lunes, 22 de diciembre de 2008

What does my heart...?




No puedo dormir.

La vuelta a España está siendo demoledora.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Entre el sueño y la vigilia

Despué de un obligado viaje al pasado, mis libros, mis cigarrillos, mis pesadumbres y mis pequeñas alegrías, vuelven a llenar esta cocina que tanto he imaginado desde la distancia.

España queda lejos ahora.

Y una vez en casa retomo la apenas iniciada dinámica de estudio que conseguí esbozar antes de verme forzada a abandonar Venecia. Contemplo con cierto abatimiento el enorme repertorio de actividades, los libros que tendrán que ser analizados, resumidos, y las páginas en blanco de Word que esperan convertirse en estudiadas redacciones sobre literatura italiana.

Atravieso una época en la que considero que asimilar información, sea del tipo que sea, es preferible a emplear tardes eternas en contemplar el techo desde la cama y maldecir. También en este aspecto se aprecia la dificultad que para mí entraña encontrar un término medio: antes no me interesaba nada y ahora me interesa todo. Es un interesés vago e impreciso de momento, que se extiende a todos los campos y no concretiza, pero es algo más que cero.

Así, aumentan sensiblemente mis lecturas, mi asistencia a clase y mis conversaciones acerca de cualquier cosa que se encargue de arrancar del silencio a mi entorno.

No obstante no encuentro pasión alguna en las tareas que, aleccionada por la experiencia de un pasado abúlico y destructivo, he logrado autoimponerme. Y me consuela pensar que todo trabajo es como la mayoría de las relaciones personales: basta darles el tiempo suficiente para que consigan interesarte. Cuanto más se profundiza mayor retribución se obtiene. Esto es, puede darse perfectamente que la literatura uruguaya del novecientos no forme parte del elenco de intereses en los ávidamente deseas profundizar, pero en el ensayo número cien, seguramente algo logre captar tu atención. Quien sabe si esa persona que a primera vista pasa desapercibida con el tiempo no conseguirá darte algo que te sorprenda. Nunca se sabe.

Efectivamente, Corazón tan blanco, Si te dicen que caí, no son novelas que quedarán grabadas a fuego en mi memoria, Calvino escribió ese tipo de libros de los que lees un par de páginas antes de dormir, pero admiro la técnica de Marías, como algún que otro párrafo de estos pensamientos un tanto obvios pero magistralmente desarrollados.

Pero desde luego nada comparable a la fuerza y a la desmesura del amor a primera vista, al enamoramiento ilógico y fuera de toda contención, como solía sucederme con Faulkner, con Onetti. Y así puede ser que yo el otro día besara a R más que nada por probar, por ese interés poco concreto por todo lo que está a mi alrededor y de alguna manera intereacciona conmigo. La juventud significa más o menos eso, y quien no lo haya comprendido quedará necesariamente expulsado de la vida (de la de verdad, me refiero, no de lo que la mayoría entiende por vida, claro está)

¿Qué vendrá después de la experimientación? Quien sabe, quizá la muerte. De momento abro y cierro libros, subrayo, leo artículos y escucho conferencias sin poder concentrarme demasiado, sin que nada consiga quitarme el sueño.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pan y circo

En la televisión aparece un rumano que habla rumano y que, dado que nosotros, habitantes de Italia (norte) no entendemos el rumano, (aunque nos atrevamos a decir "es muy parecido, se entiende perfectamente") todas sus palabras son traducidas mediante subtítulos. El rumano parece decir "no tengo dinero", el rumano parece decir "prefiero pasar el resto de mi vida sin un riñón que seguir siendo pobre". Al otro lado del televisor, un salón, cuatro personas entre las que me incluyo, restos de comida china, cuatro cervezas, vino tinto y dos porros que no me incumben. Alguien comenta algo acerca de la venta de órganos, alguien ilustra con una simpática anécdota ocurrida en Colombia el tema de la venta de bebés. El rumano está dispuesto a dejarse operar esa misma semana. "Lo antes posible" dice. El presentador del programa de la televisión italiana repite enfáticamente las decisivas palabras entonadas por el rumano. De este modo se van intercalando el testimonio del rumano, y los comentarios del presentador del programa de la televisión italiana. Pim, pam, pim, pam. Algunas frases hacen reír a las personas al otro lado de la televisión. El rumano, la habitación del rumano, dos posters que exiben chicas desnudas detrás de él. Pienso, sería capaz de dejarse abrir. Alguien dice "se puede vivir perfectamente con un solo riñón" Riñón es rene en italiano. Ya sé referirme a un órgano más de mi cuerpo. Dan paso a otro testimonio. Nunca sabremos si el rumano vendió su órgano o por el contrario conservó sus dos riñones intactos dentro de su cuerpo, pero parece que a la gente tampoco le importa mucho conocer el desarrollo final de la historia. El siguiente entrevistado también es rumano. También está perfectamente dispuesto a comerciar con sus vísceras. El tipo corre el peligro de ser encarcelado por provocar un accidente de tráfico mientras conducía sin carnet. "Prefiero vender un órgano para poder pagar a pasar dos años en la cárcel". Cárcel o riñón, cerveza o vino, me quedo o me voy. "Son todos unos delincuentes" sentencia una voz. Yo pienso, sois todos gilipollas, y decido irme porque me parece una falta de respeto que la gente fume porros en un sitio cerrado obviando tu libertad de decidir si quieres drogarte o no en ese momento.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Todo y nada

Están siendo unos días estupendos.

Resulta difícil escribir algo cuando se es feliz.

jueves, 20 de noviembre de 2008

domingo, 16 de noviembre de 2008

¿Por qué me has abandonado?

Tengo fiebre.

Me duele la cabeza.

No tengo ganas de leer, no tengo ganas de escribir, ni de beber, comer o follar.

La salud, efectivamente, es lo primero, lo más importante. Dime tú para qué me sirve la vida en este momento.

Soy un ser infecto, completamente inútil, que de vez en cuando se levanta de la cama con un quejido sordo para alimentarse con el único fin de la supervivencia.

Espero curarme de forma natural. No quiero ir al médico. Odio a los médicos. Por regla general no confío en ningún ser humano, pero confío mucho menos en su profesionalidad. En este mundo de hoy no existe la vocación, todos son negligencias, operaciones fallidas, accidentes aéreos en Barajas. Los médicos son asalariados a los que no les importa una mierda que te mueras.

No puedo soportar todas esas pruebas, las radiografías, las ecografías, los análisis de sangre, todas esas manos enguantadas en látex actuando frenéticamente sobre tu cuerpo mientras tú ignoras la razón de todos sus movimientos y las enfermeras comparten sus impresiones sobre la cena de Navidad. Anatomía de Grey tiene una parte veraz: en los hospitales son todos gilipollas.

Vuelvo a la cama.

No creo que pueda volver a levantarme. Nunca.

It won't be long...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Es un momento

Llevo todo el día recluida en casa. Tenía intención de ir a la biblioteca a leer un poco (estudiar es una pretensión con la que ni siquiera fantaseo) pero después de ducharme me ha dado pereza.
La pereza es la peor de las enfermedades.

Hacía tiempo que no tenía tan pocas ganas de escribir. Hacía tiempo que una semana no me parecía un siglo. Si, esta semana está siendo, sin duda, una de las más largas de mi existencia.

Andrea en Londres. Miguel en Londres. Todo está en Londres porque Londres está de moda, como Barcelona, como Berlín. No me gustan las ciudades que están de moda.

Riccardo está en Roma, Élena en Trento, Enrico en las fiestas de Scorzè, y hasta hace nada Mari estaba en Ravena, pero afortunadamente ha vuelto ya a Venecia. Ante la ausencia de toda esta gente dedicamos la noche del jueves a comer pizza, beber cerveza y ver Eyes wide shut. No soy nada fan de Kubrick, ni siquiera sé si soporto sus películas. La naranja mecánica, pero La naranja mecánica le gusta a todo el mundo. Su Lolita me parece una mierda, prefiero incluso la de Adrian Lyne que al menos no es de cartón piedra que al menos dan ganas de follársela. Y sale Jeremy Irons. Por un polvo rápido con Jeremy Irons lo dejaría todo, vendería a mi madre. Qué tontería, nadie va a pedirme que venda a mi madre para darme nada. Vimos la película. Cierto es que resulta inquietante, que tiene alguna que otra reflexión certera sobre las relaciones, que da miedo, que está cuidada y que Nicole Kidman es impresionante. Pero me aburre. Me aburre y me desespera, aunque puede ser que tenga que aburrir y desesperar. De todas formas da igual.

Esta semana es oficial que tengo que hacer lo que sea para no pensar que a bastantes kilómetros de aquí Andrea arranca placenteros orgamos a una mujer que no soy yo y que debería ser yo. En definitiva; pasamos la noche como pudimos. En las escenas de sexo yo solamente podía pensar en follarme a Enrico, luego aparecían esas terroríficas máscaras venecianas y pensaba en cómo coño iba a volverme a casa sola. Soy una persona bastante miedosa. Cuando salía por la puerta pensé, bueno, por lo menos tengo el Ipod, y después de comprobar que llovía y hacía un frío de mil demonios, comprobé que mi Ipod no tenía batería y que tendría que hacer el camino a pelo. Perfecto.

Así que media hora caminando por las calles solitarias, con un paragüas que el viento convirtió en un objeto inútil en mis manos (la situación ya de por si era bastante triste como para dejar que pasase a ser ridúcla mediante el constante paso de la forma cóncava a la forma convexa del paragüas, así que decidí cerrarlo) y un frío que calaba hasta los huesos. Y de repente tuve esa magnífica sensación, mezcla de placer y dolor (como todas las sensaciones más cojonudas de este mundo) de estar completamente sola, de poder perfectamente morir en aquellas calles sin que nadie se enterese, de ser un cuerpo lejano y anónimo a todo lo que antes pudiese relacionarse conmigo, a todo el pasado, a todo el futuro. Sentí ese vértigo de la soledad absoluta y todo me pareció extraño y maravilloso, y tuve ganas de reír y ganas de llorar, y miraba las casas, con todas sus luces apagadas, los campanarios de las iglesias, el agua de los canales a punto de desbordarse mientras el frío y la lluvia me golpeaban pensando que yo también estaba al límite, que vivir aquí es más o menos eso, vivir con la sensación de estar siempre transpasando la frontera de tus fuerzas, de tu capacidad de asimilar la belleza, el horror, la felicidad y el dolor y que por eso mismo, venir ha sido la mejor idea que he tenido nunca.

Uno siempre debe agradecer la desmesura.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Tomar la iniciativa

Pablo Coelho, Julio Medem y Alessandro Baricco deberían morir. Manu Chao y todos aquellos que se autoproclaman ciudadanos del mundo, que fuman tabaco de liar para creerse más hippies, o más bohemios, o más fumadores de tabaco de liar. Los hijos de la France, esa gente también debería desaparecer. Los lectores de Benedetti, amantes de la literatura de Borges y infatigables buscadores de Magas o infatigables imitadoras de la Maga, fuera, ¡Fuera he dicho, hostia! Adoradores de Bukowski y lectores de cómics (y de toda la mierda japonesa manga o anime o como coño se llame), a tomar por culo vosotros también. Pedorros con tufillo a politiqueo falso del No a Bolonia, Chiapas, o lo que coño toque. Tornatore y los putos fans de Cinema Paradiso espero que algún día tengais verdaderos motivos para llorar y no malgastéis absurdamente vuestras lágrimas con sensiblerías baratas. Reggae-Rastas-Porros, también, a tomar por culo. Lectores de Paul Auster, el señor Paul Auster y sus putas novelas. Putas reprimidas mitómanas de Amelié Poulain, basta ya de esta historia de hago pompas de jabón, me encanta pisar las hojas secas en Otoño, disfruto de las pequeñas cosas. Las tías también cagamos, las tías cagamos y nos tiramos pedos, a veces incluso por el coño. ¡Uh! Basta ya de Literatura Femenina, basta de Margherite Duras, de Isabel Allende...¡Basta de eufemismos! Me metio la polla hasta el fondo, y no, sentí su miembro dentro de mi, Se corrió en mi boca, y no, llegó al climax, Es cursi, anticuado, irreal. Basta ya.

A ver si entre todos conseguimos hacer del mundo un lugar soportable.

Luego dicen que me quejo pero no doy soluciones.

Hope there's someone...

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Imbéciles

Echar de menos significa sencillamente olvidar la mierda de cada una de las relaciones que tenías en un tiempo pasado y que ahora, por cualquier motivo, has dejado atrás. Es falso porque es idealizar. La memoria es falta de imaginación, decía Rousseau. Pues eso. Cada uno, cuando está lejos, imagina las cosas que quiere.

Después de desmentir esta falacia que viene siendo un lugar común desde tiempos inmemoriales paso a informar.

Riccardo, Fabio, Enzo, Mari y yo llegamos completamente borrachos a la fiesta de Magazzini del sale. Saludo a Francesco, saludo a la rusa, saludo a Warp, a los españoles con los cuales, a día de hoy, no tengo ningún tipo de relación, a Ugo y a Federico y compañía. Pedimos más cerveza. Diviso a lo lejos una cara familiar. Enrico, has hecho bien en venir. Decido posponer la sonrisa cómplice unos minutos hasta que sea él quien tome la iniciativa. Me mira. Le sonrío. Diez minutos más tarde estoy inmersa en una conversación sobre el falso valor añadido a los conceptos inventados por hombres, sobre Nietzsche, Kierkegaard y Sigmund Freud. Un par de horas después me estaba acompañando a casa.

Y no, no hemos follado. ¿Me estaré volviendo una estrecha? Dios no lo quiera.

Por otra parte, el otro día Francesco y yo hablábamos de las relaciones, así en general, que es una conversación que da mucho juego antes o después de follar y que, por lo que parece, es un tema que le gusta mucho tratar. Básicamente, yo respondo a una serie de preguntas absurdas según me parece en el momento, le comento un poco por encima mi idea sobre la inutilidad de los novios y las novias, etc, etc...un coñazo. Pues bien, hablando sobre estas cosas, inocentemente, el tipo me comenta "Yo, Diana, nunca podría ser tu novio..."
En un primer momento pasé por alto el comentario para evitar una serie de justificaciones y argumentaciones adolescentes y por lo tanto inútiles (que a pesar de todo terminó dándome "te gustan muchos chicos, le gustas a muchos chicos, no podría confiar en tí, etc, etc..), creyendo conveniente realizar más tarde un pequeño análisis en completa soledad.

Nunca podría ser tu novio:
1) Nadie te ha dicho que yo, en algún momento de mi vida, haya fantaseado con la posibilidad de ser tu novia o algo que se le parezca.
2) En caso de que se diera esta imposible hipótesis, ¿Por qué no podrías ser mi novio? ¿Qué es lo que te asusta? ¿Que esté más buena que tú?, ¿Que sea más inteligente que tú?, ¿Que sea más fuerte, más valiente, más sociable?, ¿Que folle más y mejor?, ¿Que me divierta más?, ¿Que posea una cultura infinitamente superior a la tuya o que tenga unos horizontes más amplios?

Las prefieren tontas.

Imbéciles.

martes, 11 de noviembre de 2008

Breve resumen de noticias

Hacer un resumen de lo acontecido en esta semana me parece un coñazo.
Pero ha sido una buena semana.

Visita guiada por un profesor de Riccardo al Palazzo Ducale (impresionante), té con Roberta que se convierten en dos horas de cháchara, aprendo a hacer tartas, aprendo, por fin, a jugar a Tokyo (aunque pierdo siempre), asisto a una clase en toda la semana, Feste delle Matricole en la sede de Arquitectura, spritz con Thomas en Santa Marghe, café y galletas en casa de La Rusa, Mari, Riccardo y yo bajo una manta viendo una película horrible y capítulos de padre de familia hasta las mil, empiezo el libro de Javier Marías y descubro con placer que no es un horror, llega mi paquete con el resto de mis libros....

Ayer, cumpleaños de un tio super pesado. Tuvimos que ir a la fuerza pero conseguimos huir justo antes de que diera con la cabeza en la mesa del aburrimiento. Elena y Elisa se quedaron allí, Mari y yo logramos escapar. Santa Margherita, concierto que no llegamos a ver en el BlueBar y, lo mejor de la noche, sin duda, un tal Enrico, estudiante de filosofía, fan de la psicología existencialista de Sartre, (de la justo ahora termino de documentarme).

El problema es que me pilló por sorpresa. Mi cerebro, dado el enorme caudal de información diaria al que se ve expuesto, en ocasiones tiende a seleccionar datos en función de su importancia o de su utilidad práctica. (Por eso insisto tanto en la importancia de las compañías). Así, la conversación que mantuvimos mientras me acompañaba a casa me pilló, como digo, un poco fuera de juego.

Apunte: conviene actualizar más frecuentemente cierta información.

De cualquier manera no es culpa mía. Me arrojan a un mundo donde normalmente no encuentro gente a la que le interese nada de lo que me interesa a mí y me veo obligada a enterrar en el olvido ciertas cosas. Es como lo del cuello de las jirafas. Selección natural.

A pesar de que no pude intervenir demasiado, creo que salvé la situación con un par de clásicas obviedades y algunos tópicos bien traídos sobre las diferencias entre la filosofía (su campo) y la literatura (mi campo). ¿Me fui por la tangente? Problema del idioma, mire usted.

No importa, ya me he encargado de subsanar estas pequeñas carencias, así que, casi seguro, el segundo round es mio. Estoy perfectamente preparada para elaborar un pequeño discurso sobre las diferencias con la teoría psicoanalítica, incidiendo en el estar-en-el mundo de Heidegger y todo ese rollo de la condena de la libertad. Me da bastante pereza pero esos ojitos verdes, mi niño, bien lo merecen.

Y hoy tenemos un gran plan. Se trata de ir por todos los bares de venecia bebiendo Spritz hasta que el cuerpo diga basta. Dicho así no parece algo diferente a lo que hacemos cada día en esta ciudad, pero en realidad se trata de una ruta establecida de la destrucción, no es una borrachera aleatoria cualquiera. Vienen un montón de amigos de Riccardo y Ziza y nos han invitado, y seguramente terminemos en su casa jugando a tokyo. Pero esta vez tengo pensado intentar ganar.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Aplicación práctica del eterno retorno

Me despierto con un horrible dolor en el bajo abdómen. Soy la única persona que conozco que tiene la regla dos veces en un mes. Otras veces me quedo tumbada en la cama mirando al techo y pensando de qué absurda manera perderé las horas de día que me quedan por delante. Esta vez el dolor hace que salte de la cama y me precipite sobre la caja de analgésicos.

En la cocina el sol me golpea en la cara a modo de buenos días. Escribo un par de impresiones que rumié la noche anterior antes de dormirme. Preparo café. Recuerdo de repente la tarta olvidada en el horno. Me siento y espero a que la cafetera termine de escupir la mezcla de agua y café molido milagrosamente convertido en el líquido negro en el que mojaré mi generoso trozo de tarta. Pienso en Proust mientras lo hago. Supongo que este tipo de asociaciones son lo que diferencia a la gente que lee de la gente que no lee nada en absoluto. La vecina de enfrente pensará en los ingredientes de la tarta o en que ha puesto demasiada agua en el café, o, quien sabe, quizá se cuestione por sí misma el sentido de la existencia o intente hacerse una idea aproximada de la infinitud del universo. Yo recuerdo estúpidamente una escena de un libro pero es demasiado pronto para evocar las sensaciones de la infancia. Quizá siempre sea demasiado pronto, o demasiado tarde. Fumo un cigarro.

He encontrado algún libro por internet. Da la maldita casualidad de que el primero con el que me he topado ha sido La náusea de Sartre. Sartre era un señor que se me antoja pesadísimo, y además yo cometí el error de leer antes El pozo de Onetti. La náusea tiene el peligro de provocarte la náusea, ¿será ese su mérito?. El libro del desasosiego paradójicamente tiene la virtud de calmarme, pero el Libro del desasosiego está en Perú, en manos de un niño en taparrabos. Me canso enseguida de Jean Paul. No puedo dejar de imaginarlo en un sucio apartamento de París con Simone recostada sobre una mecedora vieja. Abro Facebook con la esperanza de que Andrea haya cambiado su dañina frase "Haciendo las maletas". Sigue ahí. Él hace las maletas, yo hago el gilipollas. Y el ridículo. Y mientras me jodo tranquilamente la vida.

Voy de un lado a otro sin destino ni objetivo aparente. De la viñeta del Roto, a un artículo de Millás, a un blog que pretende imitar el hastío por la vida de Michel Houellebecq, para volver a la náusea en su sentido literal y metafórico. Son las dos. Me llama Mari para preguntarme qué coño hice ayer. Respondo en un balbuceo que podría pasar por italiano (solo porque ella consigue extraer significado a mis palabras) que me dolía la tripa horriblemente y me quedé dormida leyendo a Sartre. No es verdad. Cené con Francesco, follé con Francesco, Francesco se fue y entonces yo me quedé con Sartre. No, no voy a ir a la biblioteca esta tarde pero si quieres luego paso a recogerte. Y colgamos. Tiendo la ropa, lavo los platos mientras escucho Stuck in the middle with you. Me siento de nuevo frente a la pantalla. Encuentro un artículo sobre Onetti escrito por Vargas Llosa en el País. La vida es casualidad. Corto, pego y se lo mando a Willy por email, más que nada por matar el tiempo.

Las dos y media. ¿Debería comer?

Minutos más tarde estoy comiendo pasta con sabor a nada. No es que esté sosa, es que no sería muy diferente masticar aire, o nieve. Mientras mastico solo puedo pensar en el cigarro de después. Esto a veces también me pasa mientras follo o mientras escucho a alguien contar batallitas. El lado insípido de la vida.

Suena otra vez el móvil. Riccardo al otro lado me habla de una fiesta en San Marco esta noche. Esta vez tengo que esforzarme un poco más para hacerle llegar mis palabras. A las siete y media en la estatua de Carlo Goldoni. Mucho mejor que quedar debajo de un oso y un madroño. No echo de menos Madrid. No echo de menos a mi familia, no echo de menos nada que no sean mis libros.

Ahora tengo que volver a fregar los platos. La vida es un círculo de hacer y deshacer sin sentido. No sé si la culpa la tiene el existencialimso que me he metido entre pecho y espalda a lo largo de mi vida, pero si abres la cama sabes que tendrás que hacerla de nuevo, si lavas la ropa sabes que volverá a ensuciarse, si te enamoras sabes que te tendrás que desenamorar, o que tendrás que sufrir porque se desenamoran de ti, si estás en este mundo significa que tarde o temprano tendrás que morirte. Y así con todo. Mientras tanto puedes beber en las fiestas y sonreir, y abrazar y pasar horribles tardes de lluvia escuchando canciones de amor desesperadas, cuidar ese colesterol, aprender a cocinar, salir a la calle con tu vestido nuevo, o hacer senderismo.

Me gusta Riccardo porque es de esas personas que parece no darse cuenta de que todo es un poco absurdo y cuando estoy con él a veces a mí también se me olvida. Supongo que eso es lo que se llama saber vivir. (¿Sigue existiendo ese abominable programa para viejas con diabetes en España?). Toda mi ropa está mojada, no sé qué demonios voy a ponerme y esa es la gran preocupación del día. Enciendo otro cigarro.

Todavía tengo que fregar los platos.
En la vida primero se sufre indeciblemente y luego se vive con el miedo a volver a sufrir. Llega un momento que este miedo se disipa, se olvida, y comenzamos a afrontar la vida con cierta confianza hasta que otro golpe vuelve a llevarnos al principio de la rueda.
Después morimos como ratas.

Buenos días.

sábado, 8 de noviembre de 2008

jueves, 6 de noviembre de 2008

Me gusta que se aburra mientras los demás hablamos sobre el cine de Bergman, que de repente se levante y diga que se va a casa porque no le interesa en absoluto nada de lo que decimos. “Tengo frío, me voy a casa”, y yo entonces entiendo que tengo que abrazarle y decirle “quédate conmigo, quédate solamente un rato…” y quizá insistir un poco hasta que consigo vencerle, hasta que logro hacerle entender que conmigo estará bien, que no tendrá frío y no se aburrirá más porque no tengo ninguna intención de hablarle de las cosas aburridas de ese mundo que está fuera y que importa tan poco.

Reflexión

Toda la movilización estudiantil que se está produciendo en Italia podría ser síntoma de que la gente ha reparado en la penosa situación del país. Por desgracia, no necesariamente subyace detrás de esta sensación una madurada reflexión que desemboque en nuevas ideas, y por tanto en posibilidad de cambio. Como siempre sucede, la gente se lanza a la calle cacerola en mano, y grita cuatro frases que no saben cómo demonios han llegados a sus bocas.

Pero algo es algo.

Y de verdad que el panorama en Italia es de risa. Ahora, con todo este jaleo de la crisis, el gobierno pretende recaudar un puñadito de monedas que les ayude a pasar el mal trago sisándole a la universidad. La ley en contra de la que se protesta, sería básicamente robar una cifra monstruosa del dinero público destinado a la educación. Ni siquiera Sarkozy atenta de esta manera contra el futuro de su país.

Pero aquí las cosas son distintas. Los políticos roban, tienen relaciones con la mafia y son procesados y los medios de comunicación no informan de nada...¿Por qué? Porque los medios de comunicación pertenecen al señor Berlusconi. Nada nuevo.

Creo que fue Foucault quien dijo que antes de ocuparnos del poder gubernamental, tan lejos de nosotros, convendría atender a las relaciones de poder que se dan en nuestro ámbito más cercano. Estoy de acuerdo. De nada sirve hacer bulto en una manifestación, si después en tu casa, en el bar, con tu marido, con tu novio se siguen dando situaciones de dominación machista, de nada sirve asistir a conferencias sobre educación si no abres un libro desde que te mandaron leer Platero y yo en la escuala elemental, no tiene sentido protestar por los derechos que creemos esenciales si sigues meando en la calle cuando existen los baños públicos, si cuando te emborrachas te diviertes destruyendo papeleras o si el fútbol y la Playstation continúan siendo tu leit motiv.

Estoy harta de rastudos cuya única fuente de cultura son las letras de las canciones de Manu Chao.

Basta ya.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La consecuencia lógica de beber grandes dosis de cafeína durante el día es que cuando llega la hora de dormir uno es incapaz de conciliar el sueño.

Después de una obra de teatro que cualquier guía de eventos culturales calificaría como experimental (cuerpos desnudos injustificadamente sobre el escenario, bailes al son una de música trangresora, diálogos absurdos con finalidad crítica que, supuestamente, el espectador debe leer entre líneas pero que quedan en una mera pretensión, reflexiones estereotipadas e inmaduras...) y de intercambiar un par de falsas impresiones con el director, me sumergí en las encharcadas calles venecianas para despejar un poco la mente y comer un poco de pizza. Santa Margherita vacía a causa de la lluvia, la rusa con una especie de indigestión repentina, la aparición en escena de Alberto y su paraguas que me acompañaron a casa. Y una vez allí, la toma de conciencia de lo imposible que resultaría dormirme.

Así que esta mañana, la cita con la coordinadora Erasmus se ha convertido en una espera eterna en un solitario pasillo, y la espera eterna en un estado de seminconsciencia. Solución: más café.

Cuando he logrado entrar en su despacho se han dado algunas situaciones absurdas, como la emisión de un comentario sobre mi postura física y sobre las desastrosas consecuencias que podría traerme en el futuro adoptar determinados hábitos al sentarme en una silla, o la tendencia a imponerme asignaturas en las que no estoy en absoluto interesada...Tengo veintitrés años, he venido aquí en busca de una firma. No estoy interesada en absoluto en recibir consejos paternalistas, y mucho menos una crítica impresionista sobre Martín Gaite y sus putas novelas para divorciadas menopáusicas.

De esta manera, cuando estaba decidida a obviar cualquier tipo de consejo sobre mi programa de asignaturas que viniera de aquella autoritaria mujer con aspecto de cocinera de comedor de colegio, me comenta que existe un curso sobre literatura española contemporánea que da un profesor joven y que puede completar mi horario. Javier Marías y Juan Marsé, un libro de cada uno y un examen bastante sencillo. No me interesa. Aún así la mujer me arrastra por el pasillo en busca del tal Ballarín para comentarle si puedo incorporarme inmediátamente a sus clases. Eh...si, pero....escuche...es que, yo....
Nada. No sirve.

Y de vuelta a su despacho, aparece de la nada un tipo joven que se apoya en el quicio de la puerta. Vaya por Dios.... El tipo me mira, y saluda. Mi coordinadora emite un chillido de entusiasmo y entiendo que se trata del profesor Ballarin. Le miro el paquete sin querer. La mujer nos presenta y a continuación le explica mi situación. Él se ofrece a contarme un poco en qué consiste la asignatura y a dejarme el programa para que le eche un vistazo. Te veo después en mi despacho, me dice. Y se va y yo me despido de su culo.


Y así es como todos los jueves a partir de hoy tendré que asistir a un curso sobre literatura española contemporánea. Un horror.

Hoy es la Notte Bianca. En las universidades las aulas están abiertas y los profesores inparten clase hasta las dos o las tres de la mañana. Muy bien. No sé si el tal Ballarín....
También hay una fiesta en Polo San Basilio con la que llevan amenazando un par de semanas.

Y ahora me voy a una conferencia de un periodista llamado Marco Travaglio sobre la manipulación de los medios de información en Italia. Es que no puedo dormir la siesta porque voy por el tercer café.

martes, 4 de noviembre de 2008

Ser o no ser

Esta tarde empiezo un curso de crítica teatral.

No es que me interese, es que necesito ocupar mi tiempo.

Tengo uno de los problemas más graves que puede tener una persona de mi naturaleza: no tengo libros aquí. De verdad. En mi maleta traje un libro de Arthur que tendrá como sesenta páginas (las cuales he leído unas tres veces) y los pocos que he podido comprar aquí están en italiano. Hay una diferencia abismal entre leer en español y leer en italiano. Quiero decir, leer en italiano, de momento, es traducir. Leer en italiano significa tener al lado un diccionario porque las páginas están repletas de pequeños obstáculos. Le he pedido a mi madre que me mande algunos pero están tardando en llegar. Es más, creo que ahora mismo un niño del Perú está ojeando el libro del desasosiego de Pessoa.

Así que, como habéis podido comprobar, estoy empezando a enloquecer.

El curso consiste en asistir a obras de teatro (imagino, carentes de todo tipo de interés), tener la suficiente voluntad para no dormirse, y mandar a continuación un informe con una opinión argumentada. De esta manera, aprendo italiano, aumento mi aversión hacia las obras teatrales representadas por comeflores inexpertos, y comprueblo, de paso, el límite de mi resistencia física y mental. Será interesante ver dónde acaba mi tolerancia.

Ayer estuvimos en casa de Élena. Comimos galletas mojadas en vino blanco y después me fui, alegando que tenía que dejar una relación.

Y lo hice. No sé si me habré equivocado, seguramente si, pero me siento un poco mejor.
Le quiero, pero me quiero más a mí.

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿De qué lado estás?

A diferencia del resto del mundo a mí no me caen bien los simpáticos.
No le encuentro ningún atractivo a la bondad, me aburre, y siempre termino asociándola a la estupidez.

De esta manera, está claro, me atrevo a establecer la correspondencia: bondad-estupidez, maldad-inteligencia.

Pero esto es algo que ya sabemos. Últimamente repito demasiadas obviedades, y creo que tiene que ver con mi contacto superficial con el mundo. El contacto diario con la gente te lleva a transitar un mayor número de lugares comunes, ¿verdad?

Estoy en baja forma. Advierto. También física. Resulta que he tenido que ir a una farmacia para que me tomasen la tensión: baja, pero no demasiado. Entonces, me pregunto, ¿por qué me mareo? -¿Por qué me mareo, Señor Farmacéutico? -Puede que sea por el estrés, -me responde el señor farmacéutico-. Y yo le miro y asiento dócilmente mientras comienzo a revisar mi historial semanal. La interminable lista de cosas por hacer no es algo que, sinceramente, me quite el sueño. No señor. Total, si no las hago tampoco pasa nada porque nos vamos a morir igual. En el archivo de las existencias no hacen constar cosas como “Diana Nuño, se retrasó dos semanas en pagar el alquiler de la casa” Procuro preocuparme por las cosas que dejarán huella y a lo demás he aprendido a quitarle importancia.

Puede que se deba a la alimentación. ¿Comes bien? –me pregunta el Señor Farmacéutico-
-Como bien, Señor Farmacéutico. Y me encojo de hombros para darle a entender mi desconcierto. Y continuo elaborando hipótesis, hurgando en mis circunstancias. ¿A qué se debe este estado físico deplorable? El S.F me pregunta si bebo bastante café. Desconocía que hubiese una dosis recomendable de café diario, es más, siempre he oído que beber café no es demasiado saludable. Señor Farmacéutico me recomienda beber al menos cuatro cafés diarios. Y agua, mucha agua.

De camino a casa estoy decidida a afrontar mis días futuros bebiendo exageradas dosis de cafeína. Ahora no me desmayaré en la biblioteca pero dentro de unos años moriré de infarto. Ahora recuerdo un párrafo de un libro de Julian Barnes. Copio y pego.

“Todos vamos a tener un cáncer o una enfermedad cardíaca. Hay dos tipos humanos, básicamente, personas que reprimen sus emociones y personas que las dejan salir como un torrente, introvertidos y extrovertidos, si lo prefiere. Los introvertidos, como es bien sabido, tienden a interiorizar sus emociones, su ira y el desprecio por sí mismos, y esta interiorización, es igualmente bien sabido, produce cáncer. Los extrovertidos, por el contrario, dan rienda suelta a sus emociones alegremente, se enfurecen con el mundo, desvían el desprecio por sí mismos hacia los demás, y este esfuerzo excesivo, por un proceso lógico, causa ataques cardíacos. Es una cosa o la otra. Da la casualidad de que yo soy un extrovertido, así que si lo compenso fumando me mantendré como un ser humano perfectamente equilibrado y sano. Ésa es mi teoría. Además, soy adicto a la nicotina, lo cual facilita el fumar."

Estaba destinada al infarto de todas formas.

Y entonces llego a casa a las siete en punto. ¿Por qué? ¿Por qué demonios llego a casa a las siete en punto? Porque si recordamos episodios anteriores, Andrea tenía pensado pasarse por mi casa a esa hora. Tenía pensado indica un tiempo pasado, indica posibilidad y por lo tanto no afirma nada en absoluto. Por eso lo utilizo, porque ahora son las nueve. No es que sean las siete y media y albergue cierta esperanza de que me llame dentro de un rato. No es que me haya mandado un mensaje para decirme “oye, me retraso un poco, te pego un toque luego” Son las nueve y he tenido que cambiar mis planes.

Podría llamarlo estrés, por qué no. Podría decir estoy estresada cuando en realidad quisiera decir que estoy jodida. Pero si el Señor Farmacéutico estuviera aquí (no imagino como podría darse esta hipótesis) me daría la razón. Me mareo porque me gustan la gente hija de puta.

Pero qué es mejor, ¿Vivir con el miedo de caerse al suelo o no sentir absolutamente nada?

domingo, 2 de noviembre de 2008

Petite Machine

El arte de ser feliz de Arthur Schopenhauer

Según Arthur, la vida de las personas oscila entre el dolor y el aburrimiento. A lo único que puede aspirar el ser humano (la única idea de felicidad relativa) sería a sufrir el mínimo dolor posible. Elegir aquello que nos infligiese una cantidad menor de sufrimiento.

"La felicidad y el goce son puras quimeras que nos muestran una ilusión en las lejanías, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, que se manifestan a sí mismos inmediatamente sin necesitar la ilusión y la esperanza. Si esta enseñanza trae frutos, entonces cesamos de buscar felicidad y goce y sólo procuramos escapar en lo posible al dolor y al sufrimiento."

"Lo mejor que se puede encontrar en el mundo es un presnete indoloro, tranquilo y soportable"

Este señor, también dice que si sucede algo malo, malísimo en nuestras vidas, nuestro único consuelo sería pensar que de alguna manera tenía que suceder.

"...para tranquilizarnos no hay otro remedio mejor que el de considerar lo sucedido desde el punto de vista de la necesidad, desde el cual todos los accidentes se muestran como obra de un destino imperante."

No termino de entender todo este discurso de la fatalidad...

"El júbilo o el dolor excesivos siempre se basan en un error y una ilusión" "Todo júbilo desmesurado se basa siempre en la ilusión de haber encontrado algo en la vida que de hecho no se puede hallar en ella..." "Por eso habría que evitar las ilusiones, pues cualquier dolor excesivo que aparece repentinamente no es más que la caída desde semejante punto elevado, o sea, la desaparición de una ilusión que lo ha producido"

¿Algo nuevo? Absolutamente no. Aristóteles lo dijo primero. Schopen leyó a Aristóteles. No he estudiado su biografía (bueno, en realidad si) pero lo sé porque no para de citarlo. Aristóteles por aquí, Aristóteles por allá.. Pero bueno, no importa, se lo perdono porque afortunadamente no soy de esas personas que le dan un exagerado valor a la originalidad.

Algunas cosas que me gustan:

"Mostrar ira u odio en las palabras o en la expresión de la cara es inútil, peligroso, imprudente, ridículo y vulgar"

"No es razonable que a menudo uno envidie a otro por algunos sucesos interesantes de su vida; en lugar de ello debería tener envidia de la sensibilidad gracias a la cual esos sucesos parecen tan interesantes en su descripción. El mismo acontecimiento, que resulta tan interesante cuando lo vive un genio, en una cabeza sosa se habría convertido en una escena insípida del mundo cotidiano"

Luego durante cuatro o cinco páginas habla sobre la contingencia, sobre Kant, sobre la puta madre que le parió. Me aburría, me lo he saltado. Dice cosas incomprensibles como "...puesto que toda necesidad se basa en la proposición del fundamento, y, por eso mismo, es relativa, resulta que, originariamente y en su último significado, todos los juicios apodícticos son hipotéticos" Pues muy bien, chaval.

"El genio es pariente de la melancolía" Omnes ingeniosos melancolicos esse, by Aristóteles. Me parece muy bien que a Arthur le parezca muy bien, como a vosotros os puede parecer que a mi me parezca bien, no sé si me explico. "...y los ánimos muy alegres sólo tienen capacidades espirituales superficiales"

Y la parte que más he disfrutado es aquella en la que habla de la imposibilidad de los seres humanos para entender a sus semejantes. Es decír, es inútil intentar entender el pensamiento de otro ser humano porque cada persona solo es capaz (si es que llega a ser capaz) de entender su propio pensamiento. He perdido la cita (normalmente las apunto con lápiz en los márgenes para después copiarlas en un cuaderno) (de esta manera almaceno centenares de cuadernos inútiles) pero no sé qué ha pasado con ésta.

De cualquier manera me cae este tipo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

No soy snob, no sé qué coño significa y tampoco quiero saberlo

Según un estudio aprobado recientemente los fetos concebidos en territorio español cuentan con un mayor número de posibilidades de padecer un progresivo reblandecimiento cerebral a lo largo de sus vidas. Analizando resultados, un grupo de importantes científicos ha descubierto que más del noventa y cinco por ciento de los españoles que viajan a otros países, después de ser sometidos al habitual contraste cultural, son potencialmente más gilipollas que el resto de los habitantes de otros países de Europa. Creen que debido a la posición meridional del país, su situación física intermedia entre la subdesarrollada África y el resto de Europa (y su contacto inmediato con ese país infecto y despreciable llamado Francia), ha impedido el completo desarrollo de la inteligencia de las personas que pertencecen a este estado democrático peninsular.

Yo no quería creerlo. A menudo observaba a los españoles que se iban de Erasmus y me daba cuenta de que algo extraño sucedía, pero no sabía a qué extraño motivo podía obedecer. Cuando leí esta impresionante estadística comencé a despejar algunas dudas. Es por eso por lo que un español entra en una biblioteca donde se ruega educadamente silencio y comienza a relatar la fiesta de la noche anterior en un tono exageradamente alto, por eso mismo tienden a crear grupos herméticamente cerrados para evitar el contacto con otras beneficiosas y enriquecedoras culturas, por eso su dinámica semanal de discoteca con música pachanga como plan principal de lunes a domingo, de ahí su absoluta falta de educación a la hora de comer en la cafetería de la universidad, su incapacidad para pasar desapercibidos, su absoluta dependencia del vino barato en botella de plástico de la cual beben directamente sin servirse ni siquiera de un vaso, su conversación monotemática, su descuidado aspecto físico mártir de tiendas como Springfield y perfumes como Massimo Dutti, en los hombres, y combinación Bershka-bisutería barata de puta-peluquería de un barrio de Cuidad Real, para las mujeres. El fútbol, las motos, los coches, el puto Fernando Alonso, Julio Médem y la puta mierda de Los amantes del círculo polar y el hijo de puta de Almodóvar, los calcetines blancos, Ojos de brujo, Manu Chao, el "me encantó París", la manía absurda de robar lo que sea por el mero hecho de transgredir la ley, Pérez Reverte, el porrito antes de dormir, las madres marujas de escalera que expulsan por el coño futuras marujas de escalera disfrazadas de modernillas malasañeras, la manía de hablar de política sin tener ni puta idea, la ridícula obsesión por Barcelona, el "yo soy de izquierdas y leo el País", el arroz con salchichas y tomate Orlando, sus fallidas tácticas de seducción un viernes noche, y un largo etcétera que llegué a comprender cuando tuve ante mi este desconcertante artículo.

Según las investigaciones las personas pueden llegar a saber si padecen de esta enfermedad degenerativa haciéndose un simple análisis de orina, pero yo creo que es algo que salta a la vista cuando tarde o temprano se manifiesta. Yo no tenía ninguna sospecha en lo que a mí concierne pero por si acaso me lo he hecho: estoy limpia. Ahora solo falta saber si se transmite sexualmente. Entonces estaría jodida. Porque si, normalmente soy infalible catalogando a las personas pero, ya sabéis, a veces encuentras a alguien con quien te lleva algún tiempo concluir si es un genio o un retrasado mental, ¿sabéis a qué tipo de personas me refiero? Engañan de la ostia. Yo a veces no he conseguido esperar a descubirlo para bajarle la bragueta.

Pero ya no me enfado porque entiendo que son enfermos. La enfermedad es el refugio de muchos, si, pero aún así si tu abuelo padece alzhéimer y se limpia el culo con tu camiseta nueva no puedes enfadarte. No puedes. Yo tampoco puedo enfadarme con estos desgraciados. No puedo. Aunque a veces les daría de ostias. Sí señor, me cagaría en su puta cara de gilipollas. Pero no puedo. No puedo.

Como sea, reconforta saber el porqué de las cosas. Personalmente estoy más tranquila.
He oído decir que a los perros con rabia los sacrifican, ¿no? ¿o era el moquillo? (quién coño le pondría este nombre) ¿las dos, dices?

Me voy, esta noche salgo.

Ah, por cierto, la respuesta es: sí, muy grande.
La respuesta es: joder, qué puta maravilla.
La respuesta es: forza Italia

Estoy contenta. Satisfecha. Ayer me pasé follando como cosa de cinco o seis horas. Perdí la cuenta del número de orgasmos. Bien, Filippo, bien.

jueves, 30 de octubre de 2008

Estoy borracha.

Filippo tiene 23 años, estudia ciencias ambientales, vive en Santa Marta, sueña con estudiar el año que viene en Toronto, vive con Guido, Lorenzo y Alessandra, tiene la sonrisa más encantadora que han visto mis ojos, y cocina estupendamente.

Me duele la cabeza, me duele la cabeza, me duele la cabeza.

He fumado muchísimo, he bebido muchísimo. Mañana tengo que dar una clase y no la he preparado. Soy una irresponsable.

Mientras cenaba con Filippo, Andrea me ha llamado tres veces. La primera no se lo he cogido, la segunda no he podido resistirme. Me ha dicho, estoy en Santa Margherita, ¿no sales? (solo que en italiano) Diana responde: si, estoy cenando en casa de un amigo, a lo mejor ahora voy para allá.

Y lo cierto es que no tenía demasiadas ganas de ir. Filippo no es un gran conversador pero es el tipo más increíblemente guapo que he visto en mi vida. ¿Soy superficial? Puede.

Filippo tiene la sonrisa más bonita del mundo.

No sé nada de los españoles. Estoy olvidando el español, es más, el poco español que recuerdo lo hablo con acento italiano.

Ambas cosas me dan igual.

Filippo, Filippo, Filippo. Tengo que colgar una foto suya aquí. Espero que no sea delito. He bebido tres cafés hoy. Uno hace cosa de dos horas, por lo tanto no tengo nada de sueño.

Filippo me da dos besos después de acompañarme a la plaza donde me encuentro con Matteo, Andrea, la rusa, Eli y Mari Trini, borrachísimos. Andrea me dice he salido solo para verte y no has venido. Hijo de puta, cerdo ruín, hijo de puta. Después de cenar con Filippo, Andrea no me parece tan guapo. Es como volver de Venecia a Madrid. Si, Madrid mola, pero joder, Venecia es mucha Venecia. Andrea, da la casualidad de que está más cariñoso que nunca. Siempre pasa. Mierda, mierda, mierda. Los tíos sois gilipollas. Las tías también. El género humano da asco. Me averguenzo, siceramente, de pertenecer a esta especie.

Son las putas tres de la mañana y comprendo que este flujo de conciencia era completamente innecesario. ¿La tendrá grande? Las tres y un minuto. Mañana una hora y media de clase de español, mañana una hora y media dictando extractos de Platero a una señora de más de cincuenta años mientras pienso si Filippo la tendrá grande. Qué extraña mezcla de conceptos.

Reivindicación

El porqué de la inmortalidad de la estupidez:

La profesora habla. La profesora abre y cierra la boca mientras sus cuerdas vocales explusan una gran cantidad de mierda inútil. Repito: mierda inútil. Las clases en Italia duran hora y media, y en toda esa hora y media la profesora pretende no dejar lugar al silencio. Piensa que los alumnos quieren su mierda. Los alumnos, efectivamente, quieren su mierda. De esta manera cuando, por ejemplo, la profesora nos regala uno de sus inteligentes comentarios tipo "novela original y divertida", que, en sí es como decir "ventana con cristales" o "me hago una paja evocando las tetas de Scarlett Johanson" todos los alumnos escriben en sus folios y cuadernos destinados a tal fin "novela original y divertida". De tal modo que si la profesora dijese novela orginal, divertida e ingeniosa", los alumnos copiarían en sus putos folios "novela original, divertida e ingeniosa".

Yo no cojo apuntes en las clases porque soy la más guay. La profesora mientras se abandona a su diaria diarrea verbal me mira preguntándose porqué no cojo apuntes. Soy la ostia y no necesito tu mierda porque me parece absurdo lo que estás diciendo, le digo interiormente. Y entonces entiende y acepta el duelo, y se atreve a hacerme una pregunta sobre un puto libro de Rigoberta Menchú porque no sé si sabéis que violaron y la mataron a su madre, y quemaron a su hermano en una hoguera y no sé cuántas tragedias más tuvo que vivir para terminar escribiendo un libro (que no lo escribió ella porque ella dice que ni siquiera pudo ir al colegio, pero que ha terminado siendo la voz de todo un pueblo, sino que lo escribió alguna puta que se interesó por la causa.) para que que nosotros, gente inmersa en la cultura occidental pero sensibles a la penosa situación hispanoamericana, podamos afligirnos con el crudo testinomio de Rigoberta. Y acepto su mierda de desafío y contesto, contesto con desgana pero contesto perfectamente, (porque yo debería impartir esas clases) (en caso de que quisiera tirar mi vida a la mierda ocupando un puesto en la universidad) (cosa que no me interesa lo más mínimo) y así, pienso yo, me desligo de ese grupo de subhumanos copiadores de apuntes inútiles y reafirmo mi autonomía y mi individualidad, y tengo licencia para no apuntar ni una palabra más que salga de esa boca que se llena de obviedades a cada minuto.

Y así los subumanos copiadores de apuntes inútiles ocuparán inútiles puestos en la universidad y continuarán con el legado de sus sabios precursores ofreciendo una cantidad infinita de datos sin sentido que nada tienen que ver con la literatura. Y así, la siguiente generación, adoctrinará a sus discípulos en el arte de soltar mierda inútil por la boca, que a su vez exigirán, si el cambio climático, como todos esperamos no termina con la especie y esta gente logra llegar algún día al lugar donde sus maestros algún día se pronunciaron concluyentemente, que todos copien palabra por palabra sus manoseados discursos.

Y es así como esta gente dañina y perjudicial para la libertad del análisis libre logra perpetuar la estupidez y el pensamiento unidireccional convirtiéndonos a todos en gilipollas sin capacidad de reflexión.

En italia ahora mismo se están manifestando por no sé qué ley de la universidad, sin saber que la verdadera batalla se está librando en las clases, que allí, donde alguien se niega a empuñar el bolígrafo abanderando así la causa del pensamiento independiente, de la reflexión personal.

Manifestáos hijos de una hiena, manifestáos, cabrones ignorantes, para que la universidad siga su curso, para poder seguir cogiendo apuntes como si fueseis monos comiendo plátanos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Parole, parole, parole...

Que el lenguaje es una cosa que, en general, no sirve para nada lo sabemos todos. Que a veces, misteriosamente, una conveniente matización puede evitar que sucedan verdaderas catástrofes en el devenir de los acontecimientos, es algo que, sin estar seguros al cien por cien, hemos aprendido algunos. No sabemos ciertamente si este axioma se verefica en algún caso, pero es recomendable probar suerte. Por eso yo cuando hablo añado adjetivos y adverbios a los verbos y a los sustantivos, porque puede que en algún descuido de ese horrible monstruo (llámesele estupidez, incapacidad, distracción, o voluntad) que propicia el desentendimiento entre los humanos, alguien llegue a captar las frases en su debido contexto y con su debido significado.

Así, por ejemplo, en el verbo esperar solo encontramos una acepción de la que se podría inferir cierta pauta de conducta a seguir, que sería: No comenzar a actuar hasta que suceda algo. Pero como todos apreciaréis a esta frase le faltan muchas matizaciones para llegar a concluir algún tipo de sistema de actuación. Esto es, por ejemplo, que puedes no actuar en un campo, pero puedes, por ejemplo actuar en otro, porque en ningún momento encontramos una indicación precisa de lo que realmente significa esperar.

Todo esto viene porque ayer, como todos habréis presupuesto, salí hasta las tantas. En la constante alternancia de personas y conversaciones que constituyen mis salidas nocturnas fui a dar con el grupo de Federico and friends que me acogieron cual hija pródiga (ha pasado bastante tiempo hasta que hemos retomado relación) y me acompañaron a casa porque da la casualidad de que soy vecina de todo el mundo. En una de estas incursiones en su grupo reparé, una vez más, en el increíble atractivo físico de Federico. Como soy una persona con una gran vida interior que alberga al menos diez pensamientos elevados por día, esto no pareció suficiente y creí conveniente tantear un poco el terreno y ver qué se cocía en los vericuetos de su cerebro. En ese momento Federico, que quizá esté dotado con el increíble don de leer las mentes ajenas (como yo), hizo un comentario cargado de inteligencia y suspicacia que significó para mí el pistoletazo de salida para dedicar al menos una semana a profundizar en este simpático italiano con gafas de pasta.

Está decidido. De Filippo no sé nada, mucho anuncio de Calvin Klein pero, sinceramente, no me lo imagino en una charla sobre el existencialismo de Sartre, si no más bien comiendo Doritos mientras ve el fútbol en calzoncillos hasta que su madre lo llama para cenar. Federico tiene argumentos, sentido del humor y mucho estilo para vestir.

Quizá si Andrea hubiera especificado, si hubiera añadido algún tipo de adverbio a la bendita acción de la espera podría considerar otras posibilidades, pero sin más información que un verbo escuálido está claro que puedo esperar como me de la gana.

Así que, está claro: el mundo funciona verdaderamente mal y la culpa es nuestra por utlizar frases cojas. Elaborar discursos meticulosamente solo significa una posibilidad más entre un millón de que alguien entienda algo. Allá vosotros, no sé si conviene verdaderamente hacer el esfuerzo.

En otro orden de cosas, a todos aquellos que penséis que Emil Michel Cioran está muerto, (en caso de que alguno de vosotros sepa quién es este señor) os diré que os equivocáis absolutamente: Emil Michel Cioran sigue en este mundo y, concretamente, vive en mi barrio. Lo he visto esta mañana y, mientras pensaba en excusarme por haber apartado la iluminadora lectura de sus libros de mi vida, (ahora que no sueño con la comunión de las almas y solo aspiro a la superficialidad de las sonrisas fraternales y al intercambio de palabras vacías de sentido pero cargadas de buenas intenciones) junto con Pessoa, Faulkner, Onetti y Schopenhauer, que, digo yo, tendrán que vivir o en Castello o en Dorsoduro. Por que a Venecia venimos a parar los cerebros cansados de preguntarnos acerca de la existencia sin llegar jamás a alumbrar respuestas definitivas. Aquí uno vive dentro de sí mismo y se deja engullir por la ciudad que a veces golpea y a veces acaricia, aquí uno asiste a la única comunión posible, al único verdadero conocimiento que es el de uno mismo, aunque esto signifique renunciar a la idea del prójimo.

Esta noche hay un concierto en el centro cultural Boldú, donde me han ofrecido (no sé hasta que punto podrá llegar a ser factible) hacer la presentación de mi libro (que, últimas noticias del editor, al final sale en Febrero). Solo la haré si eso significa follar más (es inherente a la renuncia del entendimiento de los hombres, la búsqueda del placer carnal y del continuo deleite de los sentidos) así que si tendré que averiguar si interesa o no dar el paso y leer toda esa mierda a gente que no va a entender nada. Porque yo escribo, si, pero como hemos dicho antes, las palabras...

martes, 28 de octubre de 2008

Wait in the fire

Hoy no he ido a clase. Anoche la rusa vino con el vodka que trajo de su país y, después de mucha vacilación y de intercambiar unas cuantas obviedades con Massimo sobre el arte contemporáneo, decidí irme a tomar la última con Alvise y con Andrea (otro Andrea) en un bar cerca de mi casa.

Contra todo pronóstico he conseguido llegar a la biblioteca antes de las tres de la tarde. He dedicado media hora a leer Misericordia (reconozco su talento en algunos párrafos aunque no sea exactamente el libro que me apetezca leer en esta etapa vital. Quizá con sesenta y cinco años y las tetas por el ombligo me anime con todo este elenco de literatura para catedráticos acartonados con olor a baúl viejo) y después he salido a fumar un cigarro con Roberta que he prácticamente solapado con otro cigarro con Lorenzo. He visto a Andrea, le he hecho un comentario tipo puta del moulin rouge que prefiero enterrar en lo más profundo de mi memoria, y despues me ha sido completamente imposible volver a concentrarme en el Madrid de 1800 y he decidido que lo mejor sería posponer el estudio.

Mañana tengo, por fin, la cita con mi coordinadora.
Mañana, casualmente, en Venecia hay acqua alta.

Ahora mismo está lloviendo bastante, y esto quiere decir que todos mis planes de esta noche pueden verse truncados. He quedado con Mari, una chica de Verona que estudia aquí y que está de la olla. Pasó un año en París y ahora está con el síndorme post Erasmus. Joder, y yo miro a mi alrededor (metafóricamente, no hablo necesariamente de un lugar físico) y contemplo solamente existencias marcadas por la locura (sea del tipo que sea), y me pregunto si no estaré haciendo algo mal. Quería hacer esta reflexión ya que últimamente me veo rodeada de gente que está de la puta cabeza de un modo inimaginable, y, ya no solo por este hecho en sí, sino porque he descubierto que es lo que verdaderamente me gusta. Pero no en plan Kerouac (gente loca por vivr, loca por saltar...) no, no, me refiero a personas extrañas, personas con verdaderos problemas psíquicos dignosticados o aún por diagnosticar.

Llueve cada vez más.
Mierda.

Ya no me preocupa demasiado no poder salir esta noche. Comienzo a considerar la posibilidad de que la ciudad se hunda. De verdad, llueve muchísimo, esta ciudad está llena de agua, ¿no rebasará el límite y nos iremos todos a la puta mierda? Cuestiono.

Mi compañera de piso no está en absoluto preocupada. Dice que como mucho mañana no podré volver a casa hasta la noche. Me recomienda llevarme un libro para pasar el rato mientras espero que el agua se vaya. Total, un día perdido. No sé exactamente como funciona y me pone nerviosa no saber cómo funcionan las cosas. Me molesta terriblemente tener que dejar las cosas al azar, a la corriente de las mareas o lo que coño sea, me molesta esperar, me molesta mucho, y utlimamente mi vida consiste únicamente en eso.

Ayer Andrea también me soltó el discurso del agua alta. Me dijo que lo único que puedo hacer es esperar. Como mucho si vuelve de Londres decidido a retomar la relación con porki habré perdido un mes de mi vida. Total, ¿qué es un mes? Pues depende de como se mire. Supongo que el concepto de tiempo que comunmente entendemos varía en las Bahamas y en un campo de exterminio nazi. Mi situación está más cerca de los barracones y las letrinas que de las palmeras y las caipirinhas.

El título del post es una frase de una canción de Jeff Buckley. ¿Qué pasa? Cuando uno alberga ciertos sentimientos tiende a identificarse con las letras de las canciones. Wait in the fire, aunque sería más propio wait in the water. No en el wáter, sino en el agua. ¿Se nota que estoy haciendo tiempo hasta las diez para decidir si salir o no?

¿Cómo se está por Madrid? ¿Qué tal tiempo hace?

lunes, 27 de octubre de 2008

Cuidado con lo que deseas

Antes de proclamarse conocedor de un idioma conviene someterse a la dura prueba de imapartir una clase de la misma. Vengo de dar mi primera clase de español. Cuatro años estudiando gramática y sintaxis, tantos exámenes, tantos libros a las espaldas y me doy cuenta de que no tengo ni puta idea de porqué se usa el subjuntivo en una concesiva, o de que al menos no tengo ni puta idea de explicarlo. De cualquier manera 20 euros la hora.

Este fin de semana me he visto forzada a abandonar esta ciudad. Me he exiliado voluntariamente un par de días con la intención de alejarme de las noches venecianas en Santa Margherita, de cambiar un poco de aires y, sobretodo, de poner tierra de por medio entre Andrea y yo, ya que las tentativas de mantener cierta distancia cuando le veo han resultado imposibles. El destino elegido, aprovechando que Francesco and company estudian allí, ha sido Milán.

Resulta que Milán es una ciudad gris, repleta de tiendas carísimas y de gente que compra habitualmente en ellas, con una gran catedral, un castillo, un parque precioso, y muchas discotecas donde la gente luce la carísima ropa que compró en las tiendas. Capital de la moda. Tiendas vintage, Gucci, Armani, Prada, y un largo etcétera...Se confunden en mitad de la niebla milanesa tipos con el pelo engominado, modelos anoréxicas, gafas enormes, maricones buenorros a la última, putones de uñas rojas y escotes de vértigo y perros enanos con abrigos de la temporada otoño-invierno.

De cualquier modo he pasado un buen fin de semana. Evito la crónica extensa del viaje porque siempre me resulta aburrido y predecible leer este tipo de cosas de otras personas. Diré brevemente que he bebido, follado, fumado porros y he visto un partido de fútbol con tres tíos en calzoncillos tirados en el sofá. Me negué en rotundo a ir a una de esas discotecas para deficientes de veinte euros la entrada sin consumición, así que salimos por la que debe ser la Malasaña de Milán, donde todo el mundo bebe y se jode de frío en la calle.

Francesco tiene una casa espectacular. Lo mejor del viaje, puede parecer extraño, pero han sido las duchas. Mi cuerpo y mi mente han experimentado minutos de verdadero placer en ese baño blanco inmaculado. Qué alegría despertarse por la mañana seducida por el olor del café que te llama desde la cocina para abandonarse después a la presión del agua sobre el cuerpo y a la caricia del gel con olor a vainilla. Fabuloso.

Volvía el domingo. El tren partía de Milán a las siete y llegaba a las nueve y media a Venecia. Vine con Marco y con Stefano pero tuve que sentarme en frente de una pareja de americanos que me dediqué a estudiar escrupulosamente todo el camino. (Tampoco es que me apeteciera mucho hablar así que finalmente fue lo mejor.) La fémina de esta curiosa pareja atentaba contra su salud mental concentrando su atención en la Women' Health mientras el tipo tecleaba compulsivamente algo que parecía ser de vital importancia en su Mac. Intercambiaron a lo sumo cuatro palabras en todo el viaje: ella dedicaba a llenar su cabeza de mierda y, de vez en cuando, la compartía con su compañero señalando alguna página curiosa con su dedo índice. Éste, por su parte, se limitaba a componer una breve y extraña mueca que, entendí, pretendía pasar por una sonrisa cómplice para a continuación volver a su frenético clac, clac, clac.

Llegué exhausta, con la idea de quedarme en casa para poner un poco de orden en la habitación y en mi cabeza, pero, como era de esperar, recibí un mensaje de Ángela y me lancé inmediatamente a la calle. Y para ser fieles a las buenas costumbres nos citamos en los alrededores del Chet bar, cosa que también pensaron Andrea y sus amigos. Así que, todo el esfuerzo que supuso mi viaje a Milán, mis tácticas de autocontención, mis buenos propósitos, se fueron a la mierda en cosa de tres segundos. Apareció él y me olvidé de razones obvias por las que debería olvidarme de él. Y, está claro, después del último y amargo beso volví a recordarlas todas una por una y a añadir unas cuantas razones más (que volveré a olvidar en cuanto vuelva a verle). Así es este asunto del amor.

No se puede escapar de esta mierda con un simple tren.
Ayer volví a cagarla, es un hecho.

Demasiado vodka ruso, demasiado prosecco, demasiada mezcla. Demasiadas ganas de que hicieran efecto. Volví a cagarla pero esta vez a conciencia, sabiendo que la estaba cagando. Y me dice que espere y le miro y sé que no puedo esperar pero sé que tampoco puedo no esperar.

Como siempre todo es cuestión de tiempo.

jueves, 23 de octubre de 2008

Recompensas

Hay determinadas cosas que se les ofrecen a las personas como compensación. En la vida siempre es así. A la gente que dejó atrás la juventud se le otorga en la vejez cierta autoridad por el mero hecho de ser viejo, a los gordos y a las personas con atributos físicos de desmedida fealdad el destino se encarga de atribuirles, por ejemplo, una entrañable simpatía (a veces), las mujeres que conocen hombres con el pene pequeño se consuelan diciendo "la sabe utilizar" y así un largo etcétera de pequeños favores que nos hacemos los unos a los otros para evitar el suicidio colectivo.

Pues bien, a mi, que gracias a Dios (a cualquiera de ellos) todavía no he tenido que ser indemnizada debido a ninguna de estas desafortunadas circunstancias, también ahora me ha llegado el turno. Después de enfrentarme a la maldad encarnada en hombre y de sufrir el desamor y todo lo que ello conlleva en este caso (humillación, vejación, cuenta de teléfono de cifras astronómicas....) la vida por fin me recompensa. De esta manera, ignorando lo que sucedería después, he ido a la biblioteca de Zattere (otra vez) quizá, para qué negarlo, fantaseando con la idea de encontrarme casualmente con este desagradable tipo que ha arruinado una semana entera de mi erasmus, cuando de pronto me he cruzado con al hombre más jodidamente guapo que he visto y veré en mi vida. Casualmente también es amigo de Roberta y, si, casualmente Roberta estaba allí para hablar con él y con sus amigos y para que yo pudiera de paso intercambiar tímidas y furtivas miradas con él.

Se llama Filippo (siempre podré llamarle Fili, o pipo. Bueno, siempre podré llamarle Felipe) y es, de verdad, no exagero, un puto anuncio de Calvin Klein. Castaño, calculo que 1'85, ojos azules, boca increíblemente bonita, cuerpo atlético. Total, que me lo pienso follar. Ahora falta saber si él también está de acuerdo.

Por lo demás, no sé si será cuestión de retribuciones, pero sigo viviendo en un sitio en el que por las mañanas, nada más bajar a la calle, me llega un increíble olor a puerto. Yo no hecho méritos tales como para merecer la vida que tengo aquí.

Ayer no salí y eso quiere decir que hoy salgo por dos. Espero que Filippo tampoco saliera ayer y que, ya de paso, lleve sin follar un par de meses (no sé si pilláis el rollo).

Ah, y si, si he visto a Andrea. Le he visto mientras hablaba con Roberta de la nueva ley sobre educación que quieren imponer este absurdo gobierno. Los ojos de Roberta se han abierto exageradamente moviéndose a continuación de un lado para otro intentando señalar que algo horrible ocurría y yo he entendido perfectamente que todo era debido a la presencia de la puta de Andrea, que en paz descanse. Desde luego he actuado con total normalidad (o al menos eso es lo el podía percibir desde la distancia) y no ha habido ningún giro de cuello exagerado ni temblores ni sudores visibles. ¿Qué ha pasado? Que después de entrar en la biblioteca, salir de la biblioteca, llegar al muelle donde estábamos nosotras sentadas, hablar con sus amigos, volver a entrar y volver a salir, se ha ido sin que cruzásemos ni una sola mirada. Mejor. Yo he hecho como si no le viera y él ha actuado igual, solo que estaba claro que él si me había visto.

He pasado después toda la tarde leyendo cuentos de Borges, el ciego de los cojones, y de Cortázar, el tartaja, a los que la vida les compensó con un exageradamente reconocido genio artísitico. No quiero tener que leer estos cuentos, me aburren, ya los he leído y si no me los ha contado algún gilipollas con la mirada perdida como si volviese a leerlos en el infinito mientras tomábamos uno de esos interminables cafés. Junto con una tal Luisa Valenzuela (conocida mundialmente por su infame interpretación feminista del cuento de caperucita roja) y Mario Benedetti. Aboninables experiencias literarias las de hoy que espero subsanar otro día con el resto del programa: Augusto Monterroso, Galeano y César Vallejo.

Esta noche me compensaré a mí misma por el esfuerzo inimaginable que me he visto en la obligación de hacer. No tengo otra opción, si no lo hiciese correría el riesgo de romper la armonía universal, de formar una cadena de descompensaciones que sumirían a los humanos en un absoluto desconcierto y, porqué no, de terminar finalmente con la especie. Las cosas funcionan bien así, ¿no?

There is a light that never goes out

martes, 21 de octubre de 2008

Sbagli

Ayer: día de infinita tristeza en el que las palabras no sirven para nada. De usarlas en exceso a pesar de conocer su invalidez inmediata en el discurso. Día en el que vuelvo a pensar en que el amor (o cualquier sucedáneo llamado tempranamente amor) solo nos desvela las propias miserias, la desnudez absurda de nuestra cobardía y, en definitiva, de nuestros defectos. Día de la incomunicación y el desencuentro. veinticuatro horas que han pasado como otras veinticuatro horas cualquiera y que sin embargo han servido para hacerme sentir al humano lejano, hostil, miserable, egoísta y despiadado con su especie.

Día de desconfianza. Y cuando uno deja de creer se da cuenta de que no queda nada.

Por suerte los golpes siempre significan empezar de nuevo.

Por suerte no queda más remedio que volverse indestructible.

lunes, 20 de octubre de 2008

La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.

G.Flaubert

sábado, 18 de octubre de 2008

lunes, 22 de septiembre de 2008

Más difícil todavía

No sé si se trata de una especie de maldición, o simplemente estoy atravesando una etapa momentánea de mala suerte, pero a menos de cuatro días para mi partida he tenido un desafortunado incidente que complicará bastante las cosas.

Ayer un molesto picor en mi ojo izquierdo me sacó de la cama a altas horas de la madrugada. Al principio pensé que se trataría de una lentilla olvidada en algún lugar recóndito de mi globo ocular, así que me decidí a explorar la zona. No había nada. El insidioso picor poco a poco fue convirtíendose en un dolor agudo que pocos humanos podrían soportar conscientes. El ojo se fue poniendo rojo e hinchándose hasta adquirir un tamaño preocupante. En vista de tales circunstancias, pensando que quedaría irremediablemente tuerta (es conocida mi aprensión a cualquier tipo de dolencia física) llamé a María, la cual respondió al teléfono amablemente a las cinco de la madrugada de un domingo, para que me acompañase a urgencias.

Cuando llegó a mi casa mi ojo no tenía en absoluto forma de ojo y el dolor era insoportable. Bajé avergonzada las escaleras de mi portal con una servilleta con una ridícula cenefa de color morado tapándome la zona afectada (fue lo único que encontré), dispuesta a coger un taxi que nos llevara al hospital. Por una serie de circunstancias que escapan a mi comprensión, un coche de policía patrullaba la zona de Donoso Cortés en busca, supongo, de despiadados maleantes que atentasen contra el orden público. Encontraron sin embargo a dos mujeres vagando por las calles mojadas de Madrid, una de ellas con un absurdo vendaje improvisado en el ojo izquierdo. Nos ofrecieron ayuda inmediatamente. Cosas que pude percibir con mi ojo sano: 1) Eran dos policías. 2) Uno de ellos (el conductor) estaba muy bueno. Tardamos dos segundos en montarnos en el coche (¿Alguien ha montado alguna vez en un coche patrulla?. No os aconsejo la experiencia) y otros dos en llegar al hospital. Yo no podía adivinar que trayecto iba trazando el vehículo, dada la reducción de mi campo visual, así que me dediqué a responder escuetamente a sus preguntas sobre mi vida en general y sobre mi ojo en particular, y a dejarme llevar.

Cuando llegamos tardaron como media hora en decirme que no quedaría tuerta de por vida y en verter, a continuación, mil millones de gotas en el ojo que anestesiaron el dolor y dilataron la pupila.

Herida en la córnea. Ese fue el diagnóstico. Una semana con antibióticos y colirios, y dos semanas sin ponerme lentillas. ¡Joder! Vuelvo a ser una gafas ¡No! ¡Y en Italia! Maldita sea, ¿Cómo esperan que ligue con gafas hipermétropes? ¿Me veré obligada a sacrificar la salud de mi ojo por algún italiano cachondo? ¿Seré capaz de soportar la humillación del retorno a las gafas de pasta? Veremos.

De momento solo puedo decir que continúo con una visión jodidamente borrosa (las pupilas dilatadas duran aproximadamente diez horas), enfrente de mi portátil (menos mal que en su día aprendí mecanografía), con una habitación repleta de cajas de libros y ropa a mis espaldas, a la espera de ser vaciada, limpiada y ordenada, y con un sobre de matrícula a mi lado que tiene que entregarse mañana. Todo tengo que hacerlo con un solo ojo. Quedan aproximadamente cinco horas para que la pupila de mi ojo sano vuelva a su tamaño normal y deje de ver los objetos como si saliera de ponerme tibia de whisky en una destilería.

¿Alguien me estará enviando señales desde algún lugar supraterrenal? ¿Conseguiré superar esta gincana sin fin? ¿Cogeré de una maldita vez ese vuelo?

Seguiremos informando.

domingo, 31 de agosto de 2008

Falta menos de un mes

Se inaugura este espacio.
No sé si lo utilizaré demasiado.

De momento decir que estoy más allí que aquí.

Giulio me ha mandado ya las fotos de mi casa.
Soy claramente incapaz de ponerlas aquí.
Es azul.

Es que falta muy poco.