Me gusta que se aburra mientras los demás hablamos sobre el cine de Bergman, que de repente se levante y diga que se va a casa porque no le interesa en absoluto nada de lo que decimos.
“Tengo frío, me voy a casa”, y yo entonces entiendo que tengo que abrazarle y decirle
“quédate conmigo, quédate solamente un rato…” y quizá insistir un poco hasta que consigo vencerle, hasta que logro hacerle entender que conmigo estará bien, que no tendrá frío y no se aburrirá más porque no tengo ninguna intención de hablarle de las cosas aburridas de ese mundo que está fuera y que importa tan poco.
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