Hacer un resumen de lo acontecido en esta semana me parece un coñazo.
Pero ha sido una buena semana.
Visita guiada por un profesor de Riccardo al Palazzo Ducale (impresionante), té con Roberta que se convierten en dos horas de cháchara, aprendo a hacer tartas, aprendo, por fin, a jugar a Tokyo (aunque pierdo siempre), asisto a una clase en toda la semana, Feste delle Matricole en la sede de Arquitectura, spritz con Thomas en Santa Marghe, café y galletas en casa de La Rusa, Mari, Riccardo y yo bajo una manta viendo una película horrible y capítulos de padre de familia hasta las mil, empiezo el libro de Javier Marías y descubro con placer que no es un horror, llega mi paquete con el resto de mis libros....
Ayer, cumpleaños de un tio super pesado. Tuvimos que ir a la fuerza pero conseguimos huir justo antes de que diera con la cabeza en la mesa del aburrimiento. Elena y Elisa se quedaron allí, Mari y yo logramos escapar. Santa Margherita, concierto que no llegamos a ver en el BlueBar y, lo mejor de la noche, sin duda, un tal Enrico, estudiante de filosofía, fan de la psicología existencialista de Sartre, (de la justo ahora termino de documentarme).
El problema es que me pilló por sorpresa. Mi cerebro, dado el enorme caudal de información diaria al que se ve expuesto, en ocasiones tiende a seleccionar datos en función de su importancia o de su utilidad práctica. (Por eso insisto tanto en la importancia de las compañías). Así, la conversación que mantuvimos mientras me acompañaba a casa me pilló, como digo, un poco fuera de juego.
Apunte: conviene actualizar más frecuentemente cierta información.
De cualquier manera no es culpa mía. Me arrojan a un mundo donde normalmente no encuentro gente a la que le interese nada de lo que me interesa a mí y me veo obligada a enterrar en el olvido ciertas cosas. Es como lo del cuello de las jirafas. Selección natural.
A pesar de que no pude intervenir demasiado, creo que salvé la situación con un par de clásicas obviedades y algunos tópicos bien traídos sobre las diferencias entre la filosofía (su campo) y la literatura (mi campo). ¿Me fui por la tangente? Problema del idioma, mire usted.
No importa, ya me he encargado de subsanar estas pequeñas carencias, así que, casi seguro, el segundo round es mio. Estoy perfectamente preparada para elaborar un pequeño discurso sobre las diferencias con la teoría psicoanalítica, incidiendo en el estar-en-el mundo de Heidegger y todo ese rollo de la condena de la libertad. Me da bastante pereza pero esos ojitos verdes, mi niño, bien lo merecen.
Y hoy tenemos un gran plan. Se trata de ir por todos los bares de venecia bebiendo Spritz hasta que el cuerpo diga basta. Dicho así no parece algo diferente a lo que hacemos cada día en esta ciudad, pero en realidad se trata de una ruta establecida de la destrucción, no es una borrachera aleatoria cualquiera. Vienen un montón de amigos de Riccardo y Ziza y nos han invitado, y seguramente terminemos en su casa jugando a tokyo. Pero esta vez tengo pensado intentar ganar.
Cita en Malasaña.
Hace 9 años
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