jueves, 30 de octubre de 2008

Estoy borracha.

Filippo tiene 23 años, estudia ciencias ambientales, vive en Santa Marta, sueña con estudiar el año que viene en Toronto, vive con Guido, Lorenzo y Alessandra, tiene la sonrisa más encantadora que han visto mis ojos, y cocina estupendamente.

Me duele la cabeza, me duele la cabeza, me duele la cabeza.

He fumado muchísimo, he bebido muchísimo. Mañana tengo que dar una clase y no la he preparado. Soy una irresponsable.

Mientras cenaba con Filippo, Andrea me ha llamado tres veces. La primera no se lo he cogido, la segunda no he podido resistirme. Me ha dicho, estoy en Santa Margherita, ¿no sales? (solo que en italiano) Diana responde: si, estoy cenando en casa de un amigo, a lo mejor ahora voy para allá.

Y lo cierto es que no tenía demasiadas ganas de ir. Filippo no es un gran conversador pero es el tipo más increíblemente guapo que he visto en mi vida. ¿Soy superficial? Puede.

Filippo tiene la sonrisa más bonita del mundo.

No sé nada de los españoles. Estoy olvidando el español, es más, el poco español que recuerdo lo hablo con acento italiano.

Ambas cosas me dan igual.

Filippo, Filippo, Filippo. Tengo que colgar una foto suya aquí. Espero que no sea delito. He bebido tres cafés hoy. Uno hace cosa de dos horas, por lo tanto no tengo nada de sueño.

Filippo me da dos besos después de acompañarme a la plaza donde me encuentro con Matteo, Andrea, la rusa, Eli y Mari Trini, borrachísimos. Andrea me dice he salido solo para verte y no has venido. Hijo de puta, cerdo ruín, hijo de puta. Después de cenar con Filippo, Andrea no me parece tan guapo. Es como volver de Venecia a Madrid. Si, Madrid mola, pero joder, Venecia es mucha Venecia. Andrea, da la casualidad de que está más cariñoso que nunca. Siempre pasa. Mierda, mierda, mierda. Los tíos sois gilipollas. Las tías también. El género humano da asco. Me averguenzo, siceramente, de pertenecer a esta especie.

Son las putas tres de la mañana y comprendo que este flujo de conciencia era completamente innecesario. ¿La tendrá grande? Las tres y un minuto. Mañana una hora y media de clase de español, mañana una hora y media dictando extractos de Platero a una señora de más de cincuenta años mientras pienso si Filippo la tendrá grande. Qué extraña mezcla de conceptos.

Reivindicación

El porqué de la inmortalidad de la estupidez:

La profesora habla. La profesora abre y cierra la boca mientras sus cuerdas vocales explusan una gran cantidad de mierda inútil. Repito: mierda inútil. Las clases en Italia duran hora y media, y en toda esa hora y media la profesora pretende no dejar lugar al silencio. Piensa que los alumnos quieren su mierda. Los alumnos, efectivamente, quieren su mierda. De esta manera cuando, por ejemplo, la profesora nos regala uno de sus inteligentes comentarios tipo "novela original y divertida", que, en sí es como decir "ventana con cristales" o "me hago una paja evocando las tetas de Scarlett Johanson" todos los alumnos escriben en sus folios y cuadernos destinados a tal fin "novela original y divertida". De tal modo que si la profesora dijese novela orginal, divertida e ingeniosa", los alumnos copiarían en sus putos folios "novela original, divertida e ingeniosa".

Yo no cojo apuntes en las clases porque soy la más guay. La profesora mientras se abandona a su diaria diarrea verbal me mira preguntándose porqué no cojo apuntes. Soy la ostia y no necesito tu mierda porque me parece absurdo lo que estás diciendo, le digo interiormente. Y entonces entiende y acepta el duelo, y se atreve a hacerme una pregunta sobre un puto libro de Rigoberta Menchú porque no sé si sabéis que violaron y la mataron a su madre, y quemaron a su hermano en una hoguera y no sé cuántas tragedias más tuvo que vivir para terminar escribiendo un libro (que no lo escribió ella porque ella dice que ni siquiera pudo ir al colegio, pero que ha terminado siendo la voz de todo un pueblo, sino que lo escribió alguna puta que se interesó por la causa.) para que que nosotros, gente inmersa en la cultura occidental pero sensibles a la penosa situación hispanoamericana, podamos afligirnos con el crudo testinomio de Rigoberta. Y acepto su mierda de desafío y contesto, contesto con desgana pero contesto perfectamente, (porque yo debería impartir esas clases) (en caso de que quisiera tirar mi vida a la mierda ocupando un puesto en la universidad) (cosa que no me interesa lo más mínimo) y así, pienso yo, me desligo de ese grupo de subhumanos copiadores de apuntes inútiles y reafirmo mi autonomía y mi individualidad, y tengo licencia para no apuntar ni una palabra más que salga de esa boca que se llena de obviedades a cada minuto.

Y así los subumanos copiadores de apuntes inútiles ocuparán inútiles puestos en la universidad y continuarán con el legado de sus sabios precursores ofreciendo una cantidad infinita de datos sin sentido que nada tienen que ver con la literatura. Y así, la siguiente generación, adoctrinará a sus discípulos en el arte de soltar mierda inútil por la boca, que a su vez exigirán, si el cambio climático, como todos esperamos no termina con la especie y esta gente logra llegar algún día al lugar donde sus maestros algún día se pronunciaron concluyentemente, que todos copien palabra por palabra sus manoseados discursos.

Y es así como esta gente dañina y perjudicial para la libertad del análisis libre logra perpetuar la estupidez y el pensamiento unidireccional convirtiéndonos a todos en gilipollas sin capacidad de reflexión.

En italia ahora mismo se están manifestando por no sé qué ley de la universidad, sin saber que la verdadera batalla se está librando en las clases, que allí, donde alguien se niega a empuñar el bolígrafo abanderando así la causa del pensamiento independiente, de la reflexión personal.

Manifestáos hijos de una hiena, manifestáos, cabrones ignorantes, para que la universidad siga su curso, para poder seguir cogiendo apuntes como si fueseis monos comiendo plátanos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Parole, parole, parole...

Que el lenguaje es una cosa que, en general, no sirve para nada lo sabemos todos. Que a veces, misteriosamente, una conveniente matización puede evitar que sucedan verdaderas catástrofes en el devenir de los acontecimientos, es algo que, sin estar seguros al cien por cien, hemos aprendido algunos. No sabemos ciertamente si este axioma se verefica en algún caso, pero es recomendable probar suerte. Por eso yo cuando hablo añado adjetivos y adverbios a los verbos y a los sustantivos, porque puede que en algún descuido de ese horrible monstruo (llámesele estupidez, incapacidad, distracción, o voluntad) que propicia el desentendimiento entre los humanos, alguien llegue a captar las frases en su debido contexto y con su debido significado.

Así, por ejemplo, en el verbo esperar solo encontramos una acepción de la que se podría inferir cierta pauta de conducta a seguir, que sería: No comenzar a actuar hasta que suceda algo. Pero como todos apreciaréis a esta frase le faltan muchas matizaciones para llegar a concluir algún tipo de sistema de actuación. Esto es, por ejemplo, que puedes no actuar en un campo, pero puedes, por ejemplo actuar en otro, porque en ningún momento encontramos una indicación precisa de lo que realmente significa esperar.

Todo esto viene porque ayer, como todos habréis presupuesto, salí hasta las tantas. En la constante alternancia de personas y conversaciones que constituyen mis salidas nocturnas fui a dar con el grupo de Federico and friends que me acogieron cual hija pródiga (ha pasado bastante tiempo hasta que hemos retomado relación) y me acompañaron a casa porque da la casualidad de que soy vecina de todo el mundo. En una de estas incursiones en su grupo reparé, una vez más, en el increíble atractivo físico de Federico. Como soy una persona con una gran vida interior que alberga al menos diez pensamientos elevados por día, esto no pareció suficiente y creí conveniente tantear un poco el terreno y ver qué se cocía en los vericuetos de su cerebro. En ese momento Federico, que quizá esté dotado con el increíble don de leer las mentes ajenas (como yo), hizo un comentario cargado de inteligencia y suspicacia que significó para mí el pistoletazo de salida para dedicar al menos una semana a profundizar en este simpático italiano con gafas de pasta.

Está decidido. De Filippo no sé nada, mucho anuncio de Calvin Klein pero, sinceramente, no me lo imagino en una charla sobre el existencialismo de Sartre, si no más bien comiendo Doritos mientras ve el fútbol en calzoncillos hasta que su madre lo llama para cenar. Federico tiene argumentos, sentido del humor y mucho estilo para vestir.

Quizá si Andrea hubiera especificado, si hubiera añadido algún tipo de adverbio a la bendita acción de la espera podría considerar otras posibilidades, pero sin más información que un verbo escuálido está claro que puedo esperar como me de la gana.

Así que, está claro: el mundo funciona verdaderamente mal y la culpa es nuestra por utlizar frases cojas. Elaborar discursos meticulosamente solo significa una posibilidad más entre un millón de que alguien entienda algo. Allá vosotros, no sé si conviene verdaderamente hacer el esfuerzo.

En otro orden de cosas, a todos aquellos que penséis que Emil Michel Cioran está muerto, (en caso de que alguno de vosotros sepa quién es este señor) os diré que os equivocáis absolutamente: Emil Michel Cioran sigue en este mundo y, concretamente, vive en mi barrio. Lo he visto esta mañana y, mientras pensaba en excusarme por haber apartado la iluminadora lectura de sus libros de mi vida, (ahora que no sueño con la comunión de las almas y solo aspiro a la superficialidad de las sonrisas fraternales y al intercambio de palabras vacías de sentido pero cargadas de buenas intenciones) junto con Pessoa, Faulkner, Onetti y Schopenhauer, que, digo yo, tendrán que vivir o en Castello o en Dorsoduro. Por que a Venecia venimos a parar los cerebros cansados de preguntarnos acerca de la existencia sin llegar jamás a alumbrar respuestas definitivas. Aquí uno vive dentro de sí mismo y se deja engullir por la ciudad que a veces golpea y a veces acaricia, aquí uno asiste a la única comunión posible, al único verdadero conocimiento que es el de uno mismo, aunque esto signifique renunciar a la idea del prójimo.

Esta noche hay un concierto en el centro cultural Boldú, donde me han ofrecido (no sé hasta que punto podrá llegar a ser factible) hacer la presentación de mi libro (que, últimas noticias del editor, al final sale en Febrero). Solo la haré si eso significa follar más (es inherente a la renuncia del entendimiento de los hombres, la búsqueda del placer carnal y del continuo deleite de los sentidos) así que si tendré que averiguar si interesa o no dar el paso y leer toda esa mierda a gente que no va a entender nada. Porque yo escribo, si, pero como hemos dicho antes, las palabras...

martes, 28 de octubre de 2008

Wait in the fire

Hoy no he ido a clase. Anoche la rusa vino con el vodka que trajo de su país y, después de mucha vacilación y de intercambiar unas cuantas obviedades con Massimo sobre el arte contemporáneo, decidí irme a tomar la última con Alvise y con Andrea (otro Andrea) en un bar cerca de mi casa.

Contra todo pronóstico he conseguido llegar a la biblioteca antes de las tres de la tarde. He dedicado media hora a leer Misericordia (reconozco su talento en algunos párrafos aunque no sea exactamente el libro que me apetezca leer en esta etapa vital. Quizá con sesenta y cinco años y las tetas por el ombligo me anime con todo este elenco de literatura para catedráticos acartonados con olor a baúl viejo) y después he salido a fumar un cigarro con Roberta que he prácticamente solapado con otro cigarro con Lorenzo. He visto a Andrea, le he hecho un comentario tipo puta del moulin rouge que prefiero enterrar en lo más profundo de mi memoria, y despues me ha sido completamente imposible volver a concentrarme en el Madrid de 1800 y he decidido que lo mejor sería posponer el estudio.

Mañana tengo, por fin, la cita con mi coordinadora.
Mañana, casualmente, en Venecia hay acqua alta.

Ahora mismo está lloviendo bastante, y esto quiere decir que todos mis planes de esta noche pueden verse truncados. He quedado con Mari, una chica de Verona que estudia aquí y que está de la olla. Pasó un año en París y ahora está con el síndorme post Erasmus. Joder, y yo miro a mi alrededor (metafóricamente, no hablo necesariamente de un lugar físico) y contemplo solamente existencias marcadas por la locura (sea del tipo que sea), y me pregunto si no estaré haciendo algo mal. Quería hacer esta reflexión ya que últimamente me veo rodeada de gente que está de la puta cabeza de un modo inimaginable, y, ya no solo por este hecho en sí, sino porque he descubierto que es lo que verdaderamente me gusta. Pero no en plan Kerouac (gente loca por vivr, loca por saltar...) no, no, me refiero a personas extrañas, personas con verdaderos problemas psíquicos dignosticados o aún por diagnosticar.

Llueve cada vez más.
Mierda.

Ya no me preocupa demasiado no poder salir esta noche. Comienzo a considerar la posibilidad de que la ciudad se hunda. De verdad, llueve muchísimo, esta ciudad está llena de agua, ¿no rebasará el límite y nos iremos todos a la puta mierda? Cuestiono.

Mi compañera de piso no está en absoluto preocupada. Dice que como mucho mañana no podré volver a casa hasta la noche. Me recomienda llevarme un libro para pasar el rato mientras espero que el agua se vaya. Total, un día perdido. No sé exactamente como funciona y me pone nerviosa no saber cómo funcionan las cosas. Me molesta terriblemente tener que dejar las cosas al azar, a la corriente de las mareas o lo que coño sea, me molesta esperar, me molesta mucho, y utlimamente mi vida consiste únicamente en eso.

Ayer Andrea también me soltó el discurso del agua alta. Me dijo que lo único que puedo hacer es esperar. Como mucho si vuelve de Londres decidido a retomar la relación con porki habré perdido un mes de mi vida. Total, ¿qué es un mes? Pues depende de como se mire. Supongo que el concepto de tiempo que comunmente entendemos varía en las Bahamas y en un campo de exterminio nazi. Mi situación está más cerca de los barracones y las letrinas que de las palmeras y las caipirinhas.

El título del post es una frase de una canción de Jeff Buckley. ¿Qué pasa? Cuando uno alberga ciertos sentimientos tiende a identificarse con las letras de las canciones. Wait in the fire, aunque sería más propio wait in the water. No en el wáter, sino en el agua. ¿Se nota que estoy haciendo tiempo hasta las diez para decidir si salir o no?

¿Cómo se está por Madrid? ¿Qué tal tiempo hace?

lunes, 27 de octubre de 2008

Cuidado con lo que deseas

Antes de proclamarse conocedor de un idioma conviene someterse a la dura prueba de imapartir una clase de la misma. Vengo de dar mi primera clase de español. Cuatro años estudiando gramática y sintaxis, tantos exámenes, tantos libros a las espaldas y me doy cuenta de que no tengo ni puta idea de porqué se usa el subjuntivo en una concesiva, o de que al menos no tengo ni puta idea de explicarlo. De cualquier manera 20 euros la hora.

Este fin de semana me he visto forzada a abandonar esta ciudad. Me he exiliado voluntariamente un par de días con la intención de alejarme de las noches venecianas en Santa Margherita, de cambiar un poco de aires y, sobretodo, de poner tierra de por medio entre Andrea y yo, ya que las tentativas de mantener cierta distancia cuando le veo han resultado imposibles. El destino elegido, aprovechando que Francesco and company estudian allí, ha sido Milán.

Resulta que Milán es una ciudad gris, repleta de tiendas carísimas y de gente que compra habitualmente en ellas, con una gran catedral, un castillo, un parque precioso, y muchas discotecas donde la gente luce la carísima ropa que compró en las tiendas. Capital de la moda. Tiendas vintage, Gucci, Armani, Prada, y un largo etcétera...Se confunden en mitad de la niebla milanesa tipos con el pelo engominado, modelos anoréxicas, gafas enormes, maricones buenorros a la última, putones de uñas rojas y escotes de vértigo y perros enanos con abrigos de la temporada otoño-invierno.

De cualquier modo he pasado un buen fin de semana. Evito la crónica extensa del viaje porque siempre me resulta aburrido y predecible leer este tipo de cosas de otras personas. Diré brevemente que he bebido, follado, fumado porros y he visto un partido de fútbol con tres tíos en calzoncillos tirados en el sofá. Me negué en rotundo a ir a una de esas discotecas para deficientes de veinte euros la entrada sin consumición, así que salimos por la que debe ser la Malasaña de Milán, donde todo el mundo bebe y se jode de frío en la calle.

Francesco tiene una casa espectacular. Lo mejor del viaje, puede parecer extraño, pero han sido las duchas. Mi cuerpo y mi mente han experimentado minutos de verdadero placer en ese baño blanco inmaculado. Qué alegría despertarse por la mañana seducida por el olor del café que te llama desde la cocina para abandonarse después a la presión del agua sobre el cuerpo y a la caricia del gel con olor a vainilla. Fabuloso.

Volvía el domingo. El tren partía de Milán a las siete y llegaba a las nueve y media a Venecia. Vine con Marco y con Stefano pero tuve que sentarme en frente de una pareja de americanos que me dediqué a estudiar escrupulosamente todo el camino. (Tampoco es que me apeteciera mucho hablar así que finalmente fue lo mejor.) La fémina de esta curiosa pareja atentaba contra su salud mental concentrando su atención en la Women' Health mientras el tipo tecleaba compulsivamente algo que parecía ser de vital importancia en su Mac. Intercambiaron a lo sumo cuatro palabras en todo el viaje: ella dedicaba a llenar su cabeza de mierda y, de vez en cuando, la compartía con su compañero señalando alguna página curiosa con su dedo índice. Éste, por su parte, se limitaba a componer una breve y extraña mueca que, entendí, pretendía pasar por una sonrisa cómplice para a continuación volver a su frenético clac, clac, clac.

Llegué exhausta, con la idea de quedarme en casa para poner un poco de orden en la habitación y en mi cabeza, pero, como era de esperar, recibí un mensaje de Ángela y me lancé inmediatamente a la calle. Y para ser fieles a las buenas costumbres nos citamos en los alrededores del Chet bar, cosa que también pensaron Andrea y sus amigos. Así que, todo el esfuerzo que supuso mi viaje a Milán, mis tácticas de autocontención, mis buenos propósitos, se fueron a la mierda en cosa de tres segundos. Apareció él y me olvidé de razones obvias por las que debería olvidarme de él. Y, está claro, después del último y amargo beso volví a recordarlas todas una por una y a añadir unas cuantas razones más (que volveré a olvidar en cuanto vuelva a verle). Así es este asunto del amor.

No se puede escapar de esta mierda con un simple tren.
Ayer volví a cagarla, es un hecho.

Demasiado vodka ruso, demasiado prosecco, demasiada mezcla. Demasiadas ganas de que hicieran efecto. Volví a cagarla pero esta vez a conciencia, sabiendo que la estaba cagando. Y me dice que espere y le miro y sé que no puedo esperar pero sé que tampoco puedo no esperar.

Como siempre todo es cuestión de tiempo.

jueves, 23 de octubre de 2008

Recompensas

Hay determinadas cosas que se les ofrecen a las personas como compensación. En la vida siempre es así. A la gente que dejó atrás la juventud se le otorga en la vejez cierta autoridad por el mero hecho de ser viejo, a los gordos y a las personas con atributos físicos de desmedida fealdad el destino se encarga de atribuirles, por ejemplo, una entrañable simpatía (a veces), las mujeres que conocen hombres con el pene pequeño se consuelan diciendo "la sabe utilizar" y así un largo etcétera de pequeños favores que nos hacemos los unos a los otros para evitar el suicidio colectivo.

Pues bien, a mi, que gracias a Dios (a cualquiera de ellos) todavía no he tenido que ser indemnizada debido a ninguna de estas desafortunadas circunstancias, también ahora me ha llegado el turno. Después de enfrentarme a la maldad encarnada en hombre y de sufrir el desamor y todo lo que ello conlleva en este caso (humillación, vejación, cuenta de teléfono de cifras astronómicas....) la vida por fin me recompensa. De esta manera, ignorando lo que sucedería después, he ido a la biblioteca de Zattere (otra vez) quizá, para qué negarlo, fantaseando con la idea de encontrarme casualmente con este desagradable tipo que ha arruinado una semana entera de mi erasmus, cuando de pronto me he cruzado con al hombre más jodidamente guapo que he visto y veré en mi vida. Casualmente también es amigo de Roberta y, si, casualmente Roberta estaba allí para hablar con él y con sus amigos y para que yo pudiera de paso intercambiar tímidas y furtivas miradas con él.

Se llama Filippo (siempre podré llamarle Fili, o pipo. Bueno, siempre podré llamarle Felipe) y es, de verdad, no exagero, un puto anuncio de Calvin Klein. Castaño, calculo que 1'85, ojos azules, boca increíblemente bonita, cuerpo atlético. Total, que me lo pienso follar. Ahora falta saber si él también está de acuerdo.

Por lo demás, no sé si será cuestión de retribuciones, pero sigo viviendo en un sitio en el que por las mañanas, nada más bajar a la calle, me llega un increíble olor a puerto. Yo no hecho méritos tales como para merecer la vida que tengo aquí.

Ayer no salí y eso quiere decir que hoy salgo por dos. Espero que Filippo tampoco saliera ayer y que, ya de paso, lleve sin follar un par de meses (no sé si pilláis el rollo).

Ah, y si, si he visto a Andrea. Le he visto mientras hablaba con Roberta de la nueva ley sobre educación que quieren imponer este absurdo gobierno. Los ojos de Roberta se han abierto exageradamente moviéndose a continuación de un lado para otro intentando señalar que algo horrible ocurría y yo he entendido perfectamente que todo era debido a la presencia de la puta de Andrea, que en paz descanse. Desde luego he actuado con total normalidad (o al menos eso es lo el podía percibir desde la distancia) y no ha habido ningún giro de cuello exagerado ni temblores ni sudores visibles. ¿Qué ha pasado? Que después de entrar en la biblioteca, salir de la biblioteca, llegar al muelle donde estábamos nosotras sentadas, hablar con sus amigos, volver a entrar y volver a salir, se ha ido sin que cruzásemos ni una sola mirada. Mejor. Yo he hecho como si no le viera y él ha actuado igual, solo que estaba claro que él si me había visto.

He pasado después toda la tarde leyendo cuentos de Borges, el ciego de los cojones, y de Cortázar, el tartaja, a los que la vida les compensó con un exageradamente reconocido genio artísitico. No quiero tener que leer estos cuentos, me aburren, ya los he leído y si no me los ha contado algún gilipollas con la mirada perdida como si volviese a leerlos en el infinito mientras tomábamos uno de esos interminables cafés. Junto con una tal Luisa Valenzuela (conocida mundialmente por su infame interpretación feminista del cuento de caperucita roja) y Mario Benedetti. Aboninables experiencias literarias las de hoy que espero subsanar otro día con el resto del programa: Augusto Monterroso, Galeano y César Vallejo.

Esta noche me compensaré a mí misma por el esfuerzo inimaginable que me he visto en la obligación de hacer. No tengo otra opción, si no lo hiciese correría el riesgo de romper la armonía universal, de formar una cadena de descompensaciones que sumirían a los humanos en un absoluto desconcierto y, porqué no, de terminar finalmente con la especie. Las cosas funcionan bien así, ¿no?

There is a light that never goes out

martes, 21 de octubre de 2008

Sbagli

Ayer: día de infinita tristeza en el que las palabras no sirven para nada. De usarlas en exceso a pesar de conocer su invalidez inmediata en el discurso. Día en el que vuelvo a pensar en que el amor (o cualquier sucedáneo llamado tempranamente amor) solo nos desvela las propias miserias, la desnudez absurda de nuestra cobardía y, en definitiva, de nuestros defectos. Día de la incomunicación y el desencuentro. veinticuatro horas que han pasado como otras veinticuatro horas cualquiera y que sin embargo han servido para hacerme sentir al humano lejano, hostil, miserable, egoísta y despiadado con su especie.

Día de desconfianza. Y cuando uno deja de creer se da cuenta de que no queda nada.

Por suerte los golpes siempre significan empezar de nuevo.

Por suerte no queda más remedio que volverse indestructible.

lunes, 20 de octubre de 2008

La palabra humana es como una caldera rota en la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.

G.Flaubert

sábado, 18 de octubre de 2008