Según un estudio aprobado recientemente los fetos concebidos en territorio español cuentan con un mayor número de posibilidades de padecer un progresivo reblandecimiento cerebral a lo largo de sus vidas. Analizando resultados, un grupo de importantes científicos ha descubierto que más del noventa y cinco por ciento de los españoles que viajan a otros países, después de ser sometidos al habitual contraste cultural, son potencialmente más gilipollas que el resto de los habitantes de otros países de Europa. Creen que debido a la posición meridional del país, su situación física intermedia entre la subdesarrollada África y el resto de Europa (y su contacto inmediato con ese país infecto y despreciable llamado Francia), ha impedido el completo desarrollo de la inteligencia de las personas que pertencecen a este estado democrático peninsular.
Yo no quería creerlo. A menudo observaba a los españoles que se iban de Erasmus y me daba cuenta de que algo extraño sucedía, pero no sabía a qué extraño motivo podía obedecer. Cuando leí esta impresionante estadística comencé a despejar algunas dudas. Es por eso por lo que un español entra en una biblioteca donde se ruega educadamente silencio y comienza a relatar la fiesta de la noche anterior en un tono exageradamente alto, por eso mismo tienden a crear grupos herméticamente cerrados para evitar el contacto con otras beneficiosas y enriquecedoras culturas, por eso su dinámica semanal de discoteca con música pachanga como plan principal de lunes a domingo, de ahí su absoluta falta de educación a la hora de comer en la cafetería de la universidad, su incapacidad para pasar desapercibidos, su absoluta dependencia del vino barato en botella de plástico de la cual beben directamente sin servirse ni siquiera de un vaso, su conversación monotemática, su descuidado aspecto físico mártir de tiendas como Springfield y perfumes como Massimo Dutti, en los hombres, y combinación Bershka-bisutería barata de puta-peluquería de un barrio de Cuidad Real, para las mujeres. El fútbol, las motos, los coches, el puto Fernando Alonso, Julio Médem y la puta mierda de Los amantes del círculo polar y el hijo de puta de Almodóvar, los calcetines blancos, Ojos de brujo, Manu Chao, el "me encantó París", la manía absurda de robar lo que sea por el mero hecho de transgredir la ley, Pérez Reverte, el porrito antes de dormir, las madres marujas de escalera que expulsan por el coño futuras marujas de escalera disfrazadas de modernillas malasañeras, la manía de hablar de política sin tener ni puta idea, la ridícula obsesión por Barcelona, el "yo soy de izquierdas y leo el País", el arroz con salchichas y tomate Orlando, sus fallidas tácticas de seducción un viernes noche, y un largo etcétera que llegué a comprender cuando tuve ante mi este desconcertante artículo.
Según las investigaciones las personas pueden llegar a saber si padecen de esta enfermedad degenerativa haciéndose un simple análisis de orina, pero yo creo que es algo que salta a la vista cuando tarde o temprano se manifiesta. Yo no tenía ninguna sospecha en lo que a mí concierne pero por si acaso me lo he hecho: estoy limpia. Ahora solo falta saber si se transmite sexualmente. Entonces estaría jodida. Porque si, normalmente soy infalible catalogando a las personas pero, ya sabéis, a veces encuentras a alguien con quien te lleva algún tiempo concluir si es un genio o un retrasado mental, ¿sabéis a qué tipo de personas me refiero? Engañan de la ostia. Yo a veces no he conseguido esperar a descubirlo para bajarle la bragueta.
Pero ya no me enfado porque entiendo que son enfermos. La enfermedad es el refugio de muchos, si, pero aún así si tu abuelo padece alzhéimer y se limpia el culo con tu camiseta nueva no puedes enfadarte. No puedes. Yo tampoco puedo enfadarme con estos desgraciados. No puedo. Aunque a veces les daría de ostias. Sí señor, me cagaría en su puta cara de gilipollas. Pero no puedo. No puedo.
Como sea, reconforta saber el porqué de las cosas. Personalmente estoy más tranquila.
He oído decir que a los perros con rabia los sacrifican, ¿no? ¿o era el moquillo? (quién coño le pondría este nombre) ¿las dos, dices?
Me voy, esta noche salgo.
Ah, por cierto, la respuesta es: sí, muy grande.
La respuesta es: joder, qué puta maravilla.
La respuesta es: forza Italia
Estoy contenta. Satisfecha. Ayer me pasé follando como cosa de cinco o seis horas. Perdí la cuenta del número de orgasmos. Bien, Filippo, bien.
Cita en Malasaña.
Hace 9 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario